Mi amigo Iván Zaro es un capricho de la naturaleza, con una personalidad arrolladora y un corazón que necesita comprimir para que le quepa en el pecho. Es una de esas personas que han nacido para hacer de este mundo un lugar mejor. Ha dedicado y dedica su tiempo y su energía a ayudar a los demás. Por eso fundó Imagina MÁS, una asociación que, como dice en su página web, es «una ONG de salud sexual, VIH y prostitución masculina y transexual que tiene como objeto principal trabajar en la educación, formación prevención, reducción del estigma, discriminación y exclusión social en el ámbito de la salud, especialmente VIH y otras infecciones de transmisión sexual.»

Recuerdo el evento que organizó para la presentación de Imagina MÁS a los medios. Un evento organizado, como todo lo que hace, con mucho cariño. Fue hace varios años en una sala de Chueca, como no podía ser de otra manera. Muchos invitados, prensa, fotógrafos y bloggers, discursos y actuaciones musicales de artistas que prestaron su talento sin ánimo de lucro para esta buena causa. Y yo, por supuesto, no me lo podía perder. Por Iván. Por Imagina MÁS. Porque cada persona y cada aplauso de ese día en esa sala eran un aliento de apoyo para él y su buena causa.

Semanas antes empezó a circular por las redes sociales un vídeo presentación que Iván montó para promocionar esa fiesta de inauguración. En ese vídeo sonaba una canción, desconocida para mí por aquel entonces, que cantaba una chica de Albacete, también desconocida para mí por aquel entonces. Esa chica era una de las artistas que iban a actuar el día del evento. Escuché esa canción una, dos, tres… decenas de veces. Esa canción hablaba de la historia de amor de una chica que conoce a un chico, de la forma más casual del mundo, pero el chico tiene miedo, miedo de contarle un secreto: es seropositivo. Pero a ella eso no le importa, porque lo que de verdad le importa es que quiere seguir comiéndole a besos. Y cada vez que yo escuchaba aquella canción se me erizaba la piel y se me dibujaba una sonrisa en la cara.

Qué mejor canción para apoyar esta causa.

Llegó el día del evento. Fui allí a encontrarme con una buena amiga y, nada más entrar al local, a la primera persona que me encontré de frente a escasos metros de la puerta fue a esta cantante. Saludé a mi amiga con un gran abrazo y al volverme hacia la cantante le dije: «Tú eres la chica que canta ¿verdad? Te he estado escuchando estos días». Ella me sonrió con una expresión tímida en su cara, me dio un abrazo cargado de ternura y me dijo: «Soy María, encantada». Y yo, sonriéndole también sin terminar de soltar del todo ese abrazo, le dije: «Yo soy Miguel, encantado también». Y nos miramos a los ojos, los dos sin dejar de sonreír.

La presentación fue un éxito, emotiva y muy aplaudida, mucha gente con buenas intenciones en un ambiente muy agradable. Yo estaba a unos metros del escenario, rodeado de amigos que, al igual que yo, habían acudido aquel día para apoyar a Iván y a su asociación. Y después de la presentación llegó el momento de las actuaciones y subió al escenario aquella chica de Albacete que con tanto cariño me había abrazado momentos antes, acompañada solamente de su guitarra. Y cuando los primeros acordes empezaron a sonar la sala entera enmudeció.

Y fue aquella la primera de las muchas veces que he escuchado en directo a María cantar aquella canción, aquella canción que habla del amor, de la no discriminación y de saltarse los prejuicios que sólo entorpecen las cosas bonitas. De que ser seropositivo no es un impedimento para amar, de que las buenas personas aún existen, de que la exclusión social a la que mucha gente está sometida no es justa, sea cual sea su estigma. De que esa persona a la que discriminan, sea cual sea el motivo, mañana podrías ser tú.

Y cuando quise darme cuenta había agarrado la mano de mi amiga que estaba a mi lado, sin dejar de mirar a María sobre el escenario, y comencé a llorar. Lloraba de emoción, porque vi en aquella chica y en aquella canción un rayito de esperanza, pero un rayito muy grande, para que el mundo, algún día, sea un lugar mejor.

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