En mi rutina me he dado cuenta que hay cosas que me suceden sin explicación, aunque solo he tenido que dar una vuelta por mi yo interior para encontrar la respuesta: estoy gorda.

El mundo sigue girando, da igual si mi culo se queda atascado con el culo de otra señora en el asiento del metro; da igual si no me entran unas botas altas. Y sobre todo al planeta no le preocupa en absoluto que cuando tiendo la ropa necesite más cuerdas que una persona menos gorda.

Así que aquí os cuento los dramas a los que nos enfrentamos amigas!

VIAJAR EN TRANSPORTE PÚBLICO

Cojo un autobús antes del que va lleno de niños/as, de carros, de gente agobiada con la vida… Porque no amigas, yo no me agobio con la vida.

Pillo asiento, se me sienta alguien al lado y enseguida ese incómodo movimiento de “no cabemos”, mirada asesina para mí. Y te juro que miraría a esa persona y le diría “no, no cabemos, sí, estoy invadiendo un pelín tu espacio ¿puedes vivir con ello?”. Al igual que cuando se me sienta alguien delgadito al lado me levantaría y cantaría con los brazos al aire Hallelujah de Freddie Mercury.

En el autobús no cabe ni un salvaslip ultraslim, y yo que veo el tramo que tengo que atravesar para bajarme como el camino a Mordor. Empieza la fiesta, “se va a bajar usted?” (mirada de asco uno), “perdone…” (mirada de asco dos), “podrían dejarme…?” (mirada de asco tres), SI SE MUEVEN UN MILÍMETRO NO ENTROOOO!! Luego que si “las gordas estamos amargadas con nuestro cuerpo y por eso tenemos ese mal genio”… Porque salí del autobús empujando y gritando “si no se mueven tendré que empujarles!”.

Y no, ni estamos todo el día de risas ni todo el día amargadas. A veces nos reímos, a veces lloramos, y en mi caso a veces las dos cosas a la vez.

SUBIR A SITIOS RAROS

Para mí un sitio raro es cualquier sitio al que no pueda subir en ascensor. Y en esa interminable lista meto: la camilla del quirófano (prefiero mil veces que me vea el culo medio hospital a que me suban entre cuatro tirando de una sábana. “Si me acercáis ya puedo pasar de una a otra yo…”. Pero no es fácil.

Subirte a un taburete a coger cualquier cosa que está en alto. Pues mira, si el taburete es de hierro forjado con cemento igual me subo, pero ese taburete del Carrefour es más inestable que la vida amorosa de Jennifer Anniston.

A una barca con el agua llegándote por las tetas, pues es completamente imposible que lo haga sin, bien volcar la propia barca, o sin que me quede con medio cuerpo dentro y el otro medio en el agua haciendo aspavientos cual pececillo sin poder respirar.

A las camas esas que están casi a dos metros sobre el suelo, porque tienen espacio para guardar cosas en la parte de debajo. “Apoyas un pie aquí, luego el otro aquí…” Hola?? Tengo pinta de ser escaladora profesional?? Para este difícil arte descubrí los escaloncillos de Ikea.

Una valla, verja o similar. La de veces que me habré quedado esperando fuera!!! Que no sé si es peor eso o saltar la valla y descubrir que no es tan fácil salir como lo ha sido entrar.

Y mi favorito, subirte a la parte de atrás de un coche pero por la parte delantera, esto pasa si tienes sobrinos mellizos y el mínimo hueco que queda entre sillita y sillita es donde va tu culo. Pero esto lo conseguí, la primera vez tardé diez minutos, le di una patada a mi sobrino, casi descuelgo el retrovisor con mi trasero y me arañé el brazo con algo que sobresalía del reposacabezas.

La otra versión de este es cuando vas de copiloto y el que aparca te dice “mira a ver si sales”, y tú miras, ves un hueco por el que no cabe ni tu bolso y sueltas un tímido “sí, sin problema!”; pero la otra persona te conoce y también discretamente suelta un “bájate ahora y ya aparco”.

Sí amigas, me subo en sitios raros constantemente.

ROPA DEL MUNDO QUE NO ES LA TUYA

El maravilloso tratamiento completo de masaje que te han regalado tus amigas porque te quieren. La toalla es pequeña, las braguitas esas que te dan de usar y tirar es que mejor ni hablamos. Aquí retomo el punto dos, te están dando un masaje en la camilla infernal y te dicen “por favor, puede darse la vuelta?”; y no, no puedo sin caerme, sin que la diminuta toalla se me caiga, sin que suene otro chasquido de las bragas de usar y tirar… Básicamente el tratamiento se convierte en una lucha por la supervivencia!!!

Mejor así, gracias

Y no te digo nada de quedarte a dormir en casa de una amiga, “quédate a dormir, y ya te dejo yo algo!”. No, no me vas a poder dejar nada, porque a mí me gusta dormir cómoda y no como un chorizo recién prensado. Y aunque tu amiga insiste en que te va a valer de sobra porque es “su camiseta más grande, que no me pongo nunca porque me queda enorme”, a ti no te vale!!! Hace poco me dejaron unas bragas que textualmente le dije a mi amiga “espero que no les tuvieras mucho cariño a estas bragas, porque llevan crujiendo desde que me las puse, era eso o perder las piernas”.

La otra cara de la moneda es cuando alguien se queda a dormir en tu casa y o bien le sacas esa prenda que tienes enterrada en el armario por si algún día pierdes 20kg, o bien le dejas un pantalón tuyo del pijama que a tu amiga la cuerda para atarlo le da doscientas vueltas (y eso que a ti te queda ceñido!).

Espera, quédate a dormir en casa de una cita…Probarse la camisa de él mientras duerme está permitido, ponérsela con él mirándote y que se te salten los botones mejor lo evitamos.

Así que amigas, estoy por comprarme rodilleras y coderas por si me caigo de algún sitio raro al que me dé por subirme. Llevo un bolso que ha cambiado completamente el concepto maxi bolso, podría haber un terremoto o tormenta solar que con lo que hay en mi bolso sobreviviríamos toda España, con pantalones de pijama de todas las tallas, olé!

Hagamos un grupo de gordas damnificadas por caerse de camas de tres metros de alto. Que yo solo me caigo a siete metros sobre el cielo cuando Mario Casas me hace el amor… ah no, que eso no me ha pasado nunca.

Yo sí soy esa