La anorexia y la bulimia son dos de los trastornos de la conducta alimentaria más comunes en la actualidad, y a pesar de ser desordenes diferentes, sus semejanzas resultan confusas. El hecho que más ha contribuido a dicha confusión es que muchas de las personas que padecen anorexia acaban desarrollando bulimia, además de los detonantes que comparten los dos trastornos como la presión social o la falta de autoestima.

¿Qué es la anorexia?

La anorexia nerviosa se caracteriza por la necesidad de pesar menos que el valor mínimo para su edad y altura, el miedo intenso a engordar, las alteraciones en la percepción de su propio peso o de su aspecto físico, la exageración de la importancia de la imagen corporal, la negación del peligro que conlleva el trastorno y, en ocasiones, la presencia de amonerrea (ausencia de tres ciclos menstruales consecutivos).

Puede ser de tipo restrictivo cuando no hay atracones o purgas o de tipo compulsivo/purgativo.

¿Qué es la bulimia?

La bulimia nerviosa implica la presencia de atracones recurrentes (comer más de lo habitual en un corto periodo de tiempo), así como la sensación de descontrol (creer que no puedes parar de comer o que eres incapaz de controlar el tipo y la cantidad de comida que estás comiendo). Para compensar los atracones y no ganar peso se llevan a cabo conductas inapropiadas y peligrosas, como la provocación del vómito, el uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas, el ayuno o el ejercicio excesivo. Al igual que la anorexia nerviosa, la autoevaluación está exageradamente influenciada por el peso y el aspecto físico.

También podemos encontrar dos tipos, el purgativo cuando aparecen conductas compensatorias purgativas regularmente (vómito y laxantes, diuréticos o enemas), y el no purgativo, cuando las conductas compensatorias no son purgativas (ayuno y ejercicio físico excesivo).

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¿Cuáles son las diferencias entre ambas?

  • Peso estable vs. Cambios constantes

Como ya hemos visto, la anorexia nerviosa se caracteriza por una necesidad intensa de adelgazar, por lo que en la mayoría de los casos las personas que la padecen suelen presentar un Índice de Masa Corporal muy bajo (en casos extremos por debajo de 17,5). Es importante recordar que el IMC es un dato orientativo propenso a errores en personas altas, bajas o con mucha masa muscular. Las personas con anorexia nerviosa pueden presentar diferentes síntomas psicológicos (irritabilidad, depresión, trastornos de la personalidad, ansiedad e hiperactividad) y físicos (arritmias, hipotensión, amenorrea, pérdida de masa ósea, ausencia de crecimiento, disminución en la motilidad intestinal, anemia, presencia de lanugo, estreñimiento crónico, hipoglucemia, deshidratación, caída del cabello, rotura de uñas, edemas periféricos, problemas dentales, hinchazón y dolor abdominal).

En la bulimia el IMC suele mantenerse por encima de 18,5, por lo que aquellos especialistas que se basan únicamente en este dato pueden llegar a pensar que no hay ningún problema. Nada más lejos de la realidad y a pesar de tener un peso «saludable», es habitual encontrarnos con fluctuaciones importantes. Durante los periodos de atracones suelen engordar, y durante las fases restrictivas adelgazan. Estos cambios se reflejan en los problemas psicológicos (irritabilidad, falta de control, depresión, ansiedad y abuso de drogas) y físicos (arritmias, deshidratación, intestino irritable, megacolon, reflujo gastroesofágico, hernia hiatal, callosidades en los dedos, caries, pérdida de masa ósea, perforación esofágica, roturas gástricas y pancreatitis) asociados a la bulimia nerviosa.

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  • Conducta obsesiva vs. Conducta compulsiva

El comportamiento de las personas con anorexia nerviosa suele estar marcado por el control y el orden, con un perfil psicológico introvertido, aislado, perfeccionista y autoexigente. En cambio, en la bulimia nerviosa es más común encontrarnos con impulsividad, inestabilidad emocional y tendencia a las adicciones.

Respecto a los problemas mentales asociados, en la anorexia destaca el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno de la personalidad por evitación, mientras que en la bulimia predominan el trastorno histriónico y el trastorno límite de la personalidad.

Normalmente las personas con bulimia se muestran más abiertas al tratamiento, y en el caso de la anorexia nerviosa es común que nieguen el problema y rechacen acudir a un profesional. Esto puede relacionarse con la edad de inicio del trastorno, ya que la bulimia suele aparecer entre los 18 y los 25 años, por lo que quienes la padecen tienen mayor madurez que los pacientes “típicos” de anorexia nerviosa. Este segundo trastorno suele aparecer durante la adolescencia (entre los 14 y los 18 años), mezclándose los problemas asociados a la enfermedad con las exigencias sociales propias de la edad y los cambios físicos y psicosociales de la pubertad.

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  • Restricción vs. Atracón

Aunque en la anorexia de tipo compulsivo/purgativo pueden darse episodios de atracones y purgas, son mucho menos intensos y frecuentes que en la bulimia, donde esta conducta compulsiva es clave para el diagnóstico. En la anorexia, el control disciplinado se asocia a un comportamiento restrictivo, es decir, con un mayor número de alimentos “prohibidos” y reglas estrictas que rodean a la alimentación (no desayunar, masticar la comida y luego escupirla, consumir alimentos hipocalóricos, etc.).

En la bulimia nerviosa la inestabilidad emocional es más frecuente, lo que da lugar a conductas compulsivas. Las purgas y comportamientos compensatorios son más habituales en este trastorno porque quien lo padece se siente en la obligación de “eliminar” todo el peso que ha ganado tras los atracones. En la anorexia no tienen por qué darse ya que los hábitos restrictivos suelen servir para compensar el peso ganado durante los atracones.

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¿Son más importantes las diferencias o las semejanzas?

Aunque es necesario conocer las diferencias entre ambos trastornos para ofrecer un tratamiento adecuado y personalizado, a la hora de la verdad debemos recordar que pueden ir de la mano. Los trastornos de la conducta alimentaria forman una escala de grises donde no hay cabida para los blancos y negros. La anorexia y la bulimia no se diferencian esencialmente en los síntomas, sino en la constancia con que aparecen. Por ejemplo, ambas pueden presentar vómitos o ayunos continuados, pero su frecuencia será lo que marque la diferencia.

Si tú o alguien de tu entorno padece algún trastorno alimentario debes pedir ayuda y ponerte en contacto con un profesional especializado. Recuerda que somos mucho más importantes que el número que marca la báscula.

Si quieres leer más sobre el tema, este artículo de la web Psicología y Mente puede resultarte interesante.