Hace poco leía un artículo en una revista online en el que aseguraba que Rebel Wilson, la conocida actriz de películas como «dando la nota»,  tuvo que ganar peso para poder alcanzar mejores papeles en producciones cinematográficas. Para ella el ganar peso significó poder acceder a papeles en comedias en los que según la actriz ‘las gordas hacen más gracia a los espectadores’. De sobra es conocido que numerosos actores y actrices han tenido que variar su estado físico por interpretar un papel, lo cual no nos sorprende, pero si nos sorprende que una persona decida vivir su vida al revés de lo que dictaminan las normas y convenciones sociales.

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Después de leer este artículo, comencé a reflexionar, pues la decisión de una persona totalmente libre de vivir siendo, digámoslo claro, gorda, me parece un acto de valentía puesto que supone renunciar a un montón de ventajas sociales que como bien sabemos tienen las personas de una talla más pequeña. Pero ¿Y si su autoestima le permite que le den igual toda clase de comentarios hacia su cuerpo? ¿Y si una vez que llega al peso en el que ella se encuentra a gusto no tiene ningún problema de salud?

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Esto no hace más que demostrarme que las barreras que nos ponemos a diario para no salir a la calle un día de verano a lucir nuestros cuerpos serranos, para subir esa foto en la que se te ve un poquito más grueso de lo normal y que intentas camuflar con todos los filtros que encuentras e incluso las barreras que nos ponemos para no hablarle a esa persona tan especial, son nada más que excusas que nos ponemos por el miedo a fallar y por el miedo a no tener la aceptación de nuestro entorno. Es por ello que debemos ser nosotros los que elijamos, como Rebel Wilson, quien queremos ser, salir a la calle y demostrar quienes somos y qué tenemos que ofrecer al mundo.