Hay días en los cuales parece que el cúmulo de todos los anteriores se han condensado en uno solo y cual embudo se han materializado en un momento, en este momento. De esos días en los que parece que nada va bien, que la vida es una gran mierda sonriente como esa del whastapp tan monilla.

Hay días en los que lo único que deseamos es volvernos invisibles, robarle la capa a Harry Potter y hacernos ovillo en el sofá mientras disfrutamos de Netflix con reservas de comida suficientes como para hibernar ahí hasta el próximo año, este no, el siguiente. Porque a veces solo queremos estar tristes. Y es que es normal, somos humanos, y aunque algunos días nos parezcamos más a súper heroínas sin capa, otros sin embargo no podemos ni con nuestro propio peso. Y no es malo, al contrario, son estos días los que consiguen que todos los demás sean tan satisfactoriamente efectivos. Y como yo soy una de tantas humanas con una inestabilidad emocional igual o peor a la del cactus… He decidido buscar una solución. A cada cual nos sirve un método, ya sabéis, para gustos colores, para sabores condones y para formas distintas de pensar y de vivir personas, ¿si o no?

Por  poneros un ejemplo, hace algunas semanas fui al cine a ver mi esperado Sinsajo parte II, como buena amante de la lectura y más de las sagas fui bastante ilusionada, a pesar de que me habían hecho bastante spoiler mis amigas hablando de la película por nuestro grupo, sin cortarse un pelo, aún sabiendo que no la había visto, por joder que es nada más que por joder, MAMONAS. En fin, la vi, y bueno, por así decirlo cumplió con mis expectativas, todos sabemos antes de entrar en una película que ha sido basada en los libros,  que la lectura es mucho más intensa e imaginativa. Sin embargo estuvo bastante bien,¡¡SPOILER!! al menos antes de los últimos diez minutos.

Así que allí estaba yo, saliendo del cine de Príncipe Pío encaminándome hacia el metro mientras intentaba convencerme a mí misma que la película había estado bien, que me había gustado, que cumplía con mis expectativas. Y de repente lo sentí, quería gritar, necesita decirme a mí misma la verdad y soltar la frustración que me había creado que realmente la película no fuera todo lo que me había imaginado. Y lo hice, en medio de la plaza con decenas de parejitas sentadas en los bancos de piedra morreándose: ¡Pedazo de mierda de final! ¡Pero a quién coño se le ha ocurrido terminar esta pedazo de saga así! ¡¡¡¡Jodeeeeeeeeeeer!!!!! Y a pesar de todas esas parejas que sacaron las lenguas de la boca de sus acompañantes asustadas de si lo que gritaba era un psicópata apunto de cargárselos a todos, yo, me quedé muy, muy a gusto.

Así que ya sea gritar de vez en cuando sin importarnos ocho que ochenta que piensen, quien nos vea, o como se lo tomen, GRITA. Porque si, porque nos hemos cohibido, estamos inmersos en una sociedad en la que no se puede estar mal, jodido o sencillamente apagado o fuera de cobertura durante un tiempo. ¿Por qué?  ¿Por qué en los anuncios de televisión de Desigual los modelos salen sonrientes y happys de la life? Bueno dejadme deciros que esos modelos que veis son los mismos que tras grabarlo tienen mil problemas en sus vidas, desde personales, hasta laborales. Así que ya sea gritar, hablar, correr, leer, escribir o hasta dormir. Haced lo que sea necesario para que ese tiempo que tengáis de bajona sirva de embudo para desintoxicarnos (y sin necesidad de ningún zumo detox) de toda la mierda que llevemos encima y dar lugar a esa súper heroína que todas sabemos que llevamos dentro. ¡Vamos!