Miro a mi alrededor y nada tiene sentido. Todo está bien, pero no.

Me levanto un día por la mañana, habiendo dejado en orden mi vida la noche anterior y nada es como ayer. Lo que estaba bien ahora está fatal, o no, pero molesta, incomoda. Creo que he llegado a un punto de inflexión.

Igual que llevamos el coche al taller para revisar que todo está en orden antes de un viaje, o simplemente porque toca, las personas debemos hacer lo mismo. Creo que cada cierto tiempo necesitamos una introspección para saber si hay algo que falla. Solemos darnos cuenta cuando el problema se nos cae encima, pero a veces tenemos señales que nos avisan de lo que va a ocurrir y las ignoramos.

Siento que toda mi vida está patas arriba. Sin darme cuenta me he visto dudando de todo, desde mi trabajo, a mis amigos y mi pareja. De repente no sé si lo que estoy haciendo es lo que quiero hacer, ni si lo estoy haciendo bien. Me planteo mis sentimientos, mis metas y mi futuro. ¿Quiero esta vida a largo plazo? No lo sé.

Este es un proceso por el que ya he pasado anteriormente, pero cada uno es distinto al anterior. La dinámica se repite, pero las situaciones son completamente diferentes. Lo más aterrador de todo esto es que tengo que enfrentarme a mí misma. Necesito respuestas que sólo yo puedo darme. También necesito saber qué preguntar. Todo es un caos.

Una vez abierta la caja de Pandora ya no puedo cerrarla, y tengo que analizar punto por punto los aspectos más importantes que me atañen, y si no puedo encontrar una solución, al menos identificar el problema para poder hallarla después.

Es agotador, no puedo dejar de dar vueltas a la cabeza, de preguntarme cosas que hasta hace unos días estaban muy claras dentro de mí. Me da miedo. Todo lo que estaba asentado como una roca ahora parece que se deshace y no queda nada más que yo. Yo conmigo misma.

Si no consigo ordenar mis pensamientos me va a explotar la cabeza, así que he decidido revisar punto por punto y detenerme en cada aspecto que me importa.

Sé que esto durará un tiempo, la vida es un mecanismo con demasiados engranajes, y si uno falla, pueden fallar todos. Necesito ver dónde está el problema, encontrar esa luz roja que indica que algo no está yendo como debería, e ir más allá, entender por qué. Aprenderme.

Ni si quiera ahora mismo estoy segura de cómo empezar a hacer todo esto y tengo un vértigo tremebundo, porque siento que cualquier paso que de puede ser sobre el vacío.

En cualquier caso, este punto de inflexión es necesario. Creo que me toca la revisión, porque la vida avanza tan deprisa que al acumular pequeños cambios acabamos teniendo uno muy grande. Lo que fue ya no es, ni es lo que será, así que sólo me queda respirar, dudar y volver a conocerme de nuevo. Decidir quizá no sea fácil, pero no ser feliz no es una opción.