Alguien me dedicó hoy una bonita canción para darme los buenos días esta mañana, desde un país en el que, en estas fechas, este tipo de canciones vienen más que bien para sobrellevar, lo más dignamente posible, las tormentas de nieve diarias…
La canción en sí es ¨La Flaca¨ de Jarabe de Palo…preciosa, y le agradezco que me despierte de esta manera tan..caliente.latina y tan dulce, pero, cuánto daño ha hecho esta canción!!!
A raíz de aquella canción, lanzada allá por el año 1996 más o menos, se produjo un notable incremento de «autoexportaciones» masculinas a aquel país buscando El Dorado, o lo que es lo mismo, a la búsqueda de mujeres del estilo de aquella tremendísima mulata, poco menos que esquelética, que esperaban encontrarse en tan idílica isla… Hombres a los que seguramente, aquí no les hincaban el diente ni con una cartera llena de petrodólares…bueno, así quizás sí…y allí más aún…
 302DAADBC5F182E9BD665FBECFE79096
La cuestión es que, por aquel entonces, a mí me pareció lo más de lo más, y pensaba en aquella mujer que, solo bebía cerveza y dormía para no comer. A ellos les pareció también lo más de lo más, y había que cumplir el «canon» que dictaba esta preciosa canción para ser una mujer deseada. El problema es que Jarabe de Palo no valoró los sacrificios que debíamos hacer nosotras si queríamos parecernos en algo a tan bella dama.
Me freí a golpe de rayos V en pleno invierno, tomé clases de bailes latinos (salsita papi, of course), utilicé extensiones carísimas, ya que por aquel entonces no era una tendencia, que me llegaban casi hasta donde la espalda pierde su casto nombre y por supuesto, no paraba de bailar y bailar, y tomar y tomar una cerveza tras otra…. Y claro, con un trabajo de tal magnitud, ví el fruto en poco tiempo. Era un morenazo de casi dos metros, con ojos almendrados oscuros profundos, boca carnosa y con un cuerpo tan musculado y tan fibroso como una caja de «All Bran». Sus labios decían «cómeme», y su olor «devórame», su moto «súbete» y su cuerpo….
Pero como pasa con todo en esta vida,con mi «Ken» también había un problema….él era más de «Barbie» que de la isla de los puros Habanos.
Así que, cambié mi estrategia. Mis extensiones fueron a parar a la papelera del baño, mi bronceado artificial se fue esfumando y mi color de pelo fue cambiando a rubio…Malibú, ese es justo el tono, Malibú.
Me machaqué en el gym, afiné mis caderas cubanas (mi tatarabuela lo era), mi espalda se ensanchó, mi cinturita se puso como la de una avispa, y sustituí las extensiones por unas ideales y falsísimas uñas de porcelana, de esas que tienen más pinta de pertenecer a un ave rapaz que a una mano humana. El color rosa inundó mi vestidor. Los zapatos de tacón eran para mí lo que el pañal para un bebé, artículo de primera necesidad. Qué feliz era yo en ese mundo de Mattel!! Pero él no del todo. Pensaba que tenía que estar más delgada….
Mis sesiones en el gym se triplicaron, añadí clases de natación y dieta macrobiótica. Todo iba viento en popa. Mis padres me miraban con cara de «hemos hecho un intercambio cultural con nuestra hija, que estará en USA y aquí tenemos a la prima esquelética de Pamela Anderson». Pero mi Adonis estaba contento y feliz conmigo. O eso creía yo, porque una noche de tantas en las que él prefería machacarse en el gimnasio que estar conmigo, mi amiga Eva Mari, me propuso salir a cenar (ensalada, of course) y a tomar unas copas (agua mineral). De piedra me quedé cuando, al entrar en el restaurante, oí una risa que me resultó familiar….Miré hacia la mesa del fondo izquierdo y vi a mi «Ken» con una chica. Me quedé en shock. Pero más en shock entré cuando vi a la susodicha.
Una chica tan cubana como el mojito, La Habana o los puros…. y yo tan «Barbie». Ni que decir tiene que lo invité a que abandonara mi vida, no con estas palabras, por supuesto.  De este morenazo, y de tantos wenorros que me han acompañado en mi vida sentimental, he podido sacar una conclusión común para todo el que venga detrás:
 YO soy como soy, me gusto muchísimo, y eso me hace tener una seguridad en mí misma aplastante. No pienso cambiar por nada ni por nadie, nada más que por mí misma. Mi pelo es como yo quiero que sea, mi estilo es como yo quiero que sea, y mi vida es como yo quiero que sea. Si no tengo la talla 34 o 36 como antes, me importa un pimiento, si mi culo se parece más al de Kim o al de Jennifer que al de Naomi, me importa dos pimientos. Si mis tetas son más del estilo copa D que del estilo Kate Moss, me importa tres pimientos. Esto es lo que hay…
Y con estos pimientos, quien quiera que se haga un pisto, que yo me voy a buscar mi helado de chocolate, que hoy me doy un homenaje a mí misma….porque SÍ.

Autor: Ana Tineo