Me parece alucinante -y denigrante- que en pleno siglo XXI se siga utilizando la talla de la mujer como arma arrojadiza, como forma de desprestigio. Como si una no tuviera mil cosas más importantes por las que ser valorada que por el tamaño de la cintura de sus vaqueros.  A cuadros nos hemos quedado la mayoría al leer  el mensaje que colgó el concejal del Partido Popular – ojo, que elementos así los hay en cualquier partido político y fuera de él y esto resta bastante de ser apología política – Ángel Camacho Lázaro en twitter esta tarde sobre Begoña Villacis.

 

Captura

Pero más allá de la capacidad cerebral de dicho individuo – que ya nos hemos dado cuenta prácticamente todos de que su única neurona es impotente- creo que es importante pararse a pensar por qué dejamos que comentarios de este estilo nos afecten, el porqué de permitimos que nos siga importando que se metan con nuestra talla. Creo que la mejor respuesta que se le puede dar a este tipo de personas que utilizan lo único que nos hace maravillosas- nuestras diferencias- para hacer daño es la aceptación de uno mismo. Porque alta, baja, con ojos claros u oscuros, talla 34, 36 o 48, esa eres tú y eres jodidamente perfecta, así que desde aquí te animamos a que te comas un bollo con sabor a libertad, a autoestima y a ¡coño, que estoy muy buena!

Y no podemos estar más de acuerdo con este tuit de Kortvex:

 

</center<