No he sido yo nunca, como decirlo… esbelta… Mis caderas cada vez se quieren menos y mis muslos cada vez se quieren más, y mi culo es más plano que el encefalograma de un cactus. Y si a eso le añadimos el paso por dos maravillosos embarazos, el resultado es…¡genial!. Tengo dos niñas como dos soles, una tripa más rara que un cuadro de Dalí y muy poco tiempo para ponerme dramática (que para eso ya están ellas), así que, con humor, que se lleva mejor.

Si te sobran unos kilos y te quedas embarazada, en la consulta de la matrona suenan todas las alarmas. Te hacen pruebas extra, te pesan más veces de las que tu autoestima es capaz de soportar y esperan expectantes a ver cuándo se nota la barriguita (… la del embarazo, claro).

Y tú, estás feliz. Con los mil millones de dudas que genera un embarazo, pero feliz de poder lucir esa barriga que por supuesto no se parece en nada al mini balón de baloncesto que parecía tener tu amiga la de la talla 38. Esto es otra cosa, es más una barriga cuyo afán es rodear todo tu cuerpo…

Y si hablamos de tallas… Buscar ropa de embarazada y además de talla grande se convierte en la situación más desesperante que os podáis imaginar. ¡Ay esos blusones premamá más grandes que la sabana bajera de mi cama de 1.80! ¡Horror y Pavor!

Pero el caso es que los meses van pasando y cuando tus andares se parecen a los de un engendro de un pingüino y la señora Potato… Llega esa cosita que te rompe todos los esquemas y a la que le chiflan todas tus chichas, en especial ¡tus tetas!. Ha llegado a tu mundo una persona a la que le gusta todavía más que a su padre acurrucarse en tus blandeces y dormirse encima de tu generosa “pechonalidad” (otro día os cuento la aventura de los sujetadores de lactancia para pechos pechugones…). Le encanta que seas blandita y confortable, y lo mejor es que les sigue encantando aunque pase el tiempo… De hecho, empiezan a hablar y te dicen piropos de esos sinceros del todo:

  • Mami, eres la más guapa del mundo entero- ¡ahí es nada!
  • Mami, de mayor quiero tener las tetas grandes como tú- ¡Ole mi niña!

Y lo dicen de verdad, porque ¿sabéis que?, aun no les ha dicho nadie que su mami está gorda, y por supuesto no seré yo la que les desvele ese gran secreto… Ni les diré que soy fea o mi culo es más o menos del tamaño de Plutón, porque para ellas hay una gran certeza: ¡las mamis nunca mentimos, y el día que yo les diga que soy fea seguramente se lo crean!, y de eso ni hablar.

Las mamás con curvas, como cualquier otra, vivimos aventuras que merecen ser contadas.

Autor: Elisa Moreno