¡Ay, ya lo siento! Llevas toda la vida buscando al hombre de tus sueños y ahora resulta que vengo yo a decirte que no existe. Perdóname de verdad, pero chica, alguien te lo tenía que explicar.

Ah, ¿Que no me crees? No pasa nada, es normal. Llevan toda la vida metiéndonos en la cabeza la idea de encontrar una pareja ideal con la que formar una familia y pagar una hipoteca mientras vemos crecer a nuestros hijos y damos pienso al golden que es muy heavy afrontar la dura realidad solo porque un post te lo diga. Pero es que resulta que tengo razones de sobra para afirmar que verdaderamente no existe y te voy a explicar por qué.

En primer lugar, haz memoria: ¿Cuántas veces has sido capaz de contar un sueño? Es imposible, no lo digo yo, lo dice la ciencia. En tu cabeza es todo de color de rosas, tienes clarísimo lo que has soñado pero luego lo intentas reproducir mientras desayunas y ya no sabes si estabas en Wisconsin o en Cuenca, si era invierno o verano o qué coño hacía tu tía abuela compartiendo mesa con tu primer novio. Los sueños son un jaleo monumental y es prácticamente imposible que el hombre ideal se encuentre entre esa marabunta de pensamientos que inundan nuestras noches.

Es más, es que hay gente que ni se acuerda o que directamente no sueña. Pero eso sí, tienen claro que el hombre al que buscan tiene que medir 1,80 y ser moreno de ojos verdes. Pues mira no, así no se vale. Las reglas no lo permiten. Si no sabes lo que sueñas, ¿dónde vas buscando pipiolos perfectos por la vida?.

Está bien, lo sé, hay gente que se acuerda y que lo tiene todo clarísimo a la mañana siguiente. Me cuesta creerlo, pero vamos a ponernos en el caso de que así sea. ¿Sueñas exactamente siempre lo mismo?, ¿Siempre la misma gente?, ¿Siempre los mismos sitios? No ¿verdad?; ¿Pues entonces como va a ser el hombre de tus sueños siempre el mismo? Es que no hay por donde cogerlo.

Vale sí, puede ser una mierda de reflexión como un campano de grande. Pero es que más grande es la frustración de generamos unos ideales y unos sueños que no tenemos por qué alcanzar porque son solamente eso: sueños, etéreos, vagos, casi imperceptibles.

Nos pasamos la vida buscando cosas que quizá no existan y nos olvidamos de que los sueños, sueños son; y que la vida no va de subconscientes ni de príncipes sacados de un cuento. La vida va de caerse y levantarse, de sonreír, de llorar y de gritar. La vida va de sentir.

Así que deja de buscar al hombre de tus sueños y empieza a disfrutar de los hombres de tu día. De los que saben sacarte sonrisas en los días nublados, los que te sorprenden, los que te complementan, los que están ahí cuando más los necesitas, los que te quitan el sueño y te lo devuelven jugando contigo entre las sábanas. No malgastes tu tiempo aferrándote a un prototipo.

Déjate llevar y aférrate a historias que a la mañana siguiente puedas contar.

Imagen de portada: Photo by Nine Köpfer on Unsplash