Es probable que vuestro hijo sufra acoso escolar. Es una realidad muy presente en los colegios españoles, el acoso escolar siempre se trata como un problema menor salvo que haya un suicidio que traumatice a la gente. “Cosas de críos”, te dicen. A nadie le importa el acoso salvo al que lo sufre. Y claro, la escolarización es obligatoria, ¿Qué haces? Mandarlo al colegio, como deben hacer los buenos padres según el enfoque social.

Si estás leyendo esto te pido que no lo hagas, por favor, no merece la pena. Los contenidos de primaria y secundaria están al alcance de todo el mundo y hasta los adolescentes poligoneros que tunean coches y se pelean a la salida de las discotecas se sacan el graduado escolar cuando les hace falta para trabajar, sin ningún trauma. Y solo hay dos notas medias que importan: Selectividad para elegir y la de la carrera o módulo.  Y poco, mucho menos de lo que se piensa. Porque al final el trabajo se consigue por contactos. Y no lo digo yo. Lo dicen los estudios de mercado.

Es habitual en nuestra cultura católica y mediterránea pensar en “el sufrimiento por la recompensa”, pues no, no hay ninguna recompensa, no hay nadie al otro lado esperando a vuestro hijo para darle una palmadita por sufrir eso. Esto no es una película americana. Aguantar en el colegio pese al acoso no los va a convertir en los reyes del baile.

No merece pasarse el día sufriendo golpes, insultos y humillaciones por dos “progresa adecuadamente” o “sobresalientes”. Porque la realidad es que sus notas, hasta los dieciocho años, a los únicos a los que les importan son a vosotros, ni a su colegio, ni a sus futuros empleadores, ni a nadie.

¿Por qué narices una sociedad que apremia a las mujeres a divorciarse de sus maridos violentos en los países donde eso es ilegal luego envía a sus hijos a clase a sufrir acoso escolar?

Sí, todos sabéis que vuestro hijo es listo, y que no es culpa suya. ¿Pero qué vais a hacer? Vale, vamos con la que debería ser la primera opción: ir al colegio y poner orden. Desgraciadamente en la mayoría de casos, esta opción será en vano porque los colegios no responden. Es probable que pasen el marrón a tu hijo, o te traten como si estuvieses loco. Es una batalla dura, vas a tener que ir con toda la artillería, con la posibilidad de enfrentarte a una demanda.

Si eres un porcentaje de afortunados que tras una batalla con el colegio consigues acabar con el problema, te felicito. Has alcanzado la solución que buscan siempre todos los padres, y solucionado el problema.

Pero desgraciadamente, es muy poco probable que eso pase. Los datos hablan por sí solos, no se trata de mi experiencia o la de mis conocidos. En los institutos donde se suicidan menores por bullying los docentes y las autoridades respectivas normalmente tienen conocimiento del suceso y no han tomado medidas. No me lo estoy inventando, solo hay que mirar los casos de Jokin, Carla, o Aránzazu.

¿Qué provoca que los profesores tomen esa actitud? No lo sé, algunos pensarán que es la vagancia, otros que es la burocracia y otro que es el miedo. Los niños violentos suelen proceder de hogares violentos, aprenden lo que ven en casa y quien ha estudiado para educarlos, lo sabe. Son conscientes de que se enfrentan a un conflicto largo y costoso donde un padre de estas joyas les puede hacer la vida imposible.

Y en el lado opuesto no existe ninguna consecuencia, si un niño acaba quitándose la vida por el acoso, no se depuran responsabilidades de ningún tipo. Los profesores como funcionarios que son no tienen un mecanismo de control más allá de las inspecciones que se realizan sobre aviso.

Sé que es la inercia, el miedo al qué dirán, el romper con lo socialmente establecido, con la norma. No creo que sea una decisión fácil. Es una situación terrible. Y como ya hemos dicho, no sois culpables. Pero llegados a este punto la mejor solución es hacer una política de contención y evitar más daños hasta que consigas cambiarle de colegio. No lo arregláis, pero menos arregláis enviándole a diario. Tenéis que ser lo suficientemente fuertes para romper con el sistema por el bien de vuestro hijo.

Depresión, problemas de autoestima, anorexias, e incluso intentos de suicido. Esas son las consecuencias más directas del acoso escolar. No es una minucia, no es una niñería, es algo que mata. El único mensaje que estáis enviando a alguien que apenas acaba de empezar a vivir es que la vida es una mierda y que la gente tiene derecho a putearle, a acosarle y a joderle, que no tiene ningún valor.

A modo de conclusión quiero lanzar una última reflexión. Si incluso en la madurez en el ámbito laboral hay muchas personas que acaban abandonando los puestos de trabajo por acoso, ¿Cómo creéis que vuestro hijo que no tiene los mecanismos de control emocional que otorga la madurez va a ser capaz de enfrentarse a algo así y salir entero?

Si la batalla contra el colegio es imposible. Dejad que se quede en casa y que sea niño un poco más. La infancia nunca vuelve y no merece la pena que se recuerde como un infierno.

Anónimo.