Érase una vez en un bosque muy muy lejano, pa allá pal coño cristo más o menos, vivían dos mujeres. Una era una señora mayor ya entrada en años que recordaba a un roble. Fuerte como uno y surcado de líneas. La otra era  una joven chica de no más 20 años, obsesionada con el color blanco y que recordaba a una margarita. Tímida, chiquitita y con un centro amarillo y brillante.

Ellas vivían en las afueras de una gran ciudad, rodeadas de vegetación y campo. Tenían una vida tranquila. La mujer mayor era ex militar la cual ahora se dedicaba a la repostería siendo una chef de nombre mundial.

La joven creció viendo y admirando  la fortaleza de su abuela. Los valores del feminismo, independencia, fuerza y valentía estaban grabados a fuego en su  misma alma.

Su abuela era el único modelo a seguir que tenía y hacía lo que podía, por eso cuando invitaron a la joven chica a una fiesta en la gran ciudad la sabia mujer le advirtió.

‘Cuidado con los lobos, mi pequeña. La noche es oscura e insegura para un chiquilla bonita como tú’

La joven juró y perjuró que tendría cuidado, que no pasaría nada, que era una exagerada y que los lobos no existían, además ella seguro que podría con todo.

Se puso de punta en blanco. Labios rojos como una manzana, pelo rizado en tirabuzones y el toque final,una dulce caperuza de color blanco que resaltaba el color de sus ojos y alegraba su corazón.

-Si vas a beber coge una magdalena de la mesa, eso absorbe- le gritó su abuela desde su habitación- Y recuerda , ¡Ten cuidado!

Vestida, sonrojada y con una magdalena en el bolso partió a la fiesta en la que bailó, bebió y disfrutó como nunca. Conoció a un chico que era como un sueño andante,un príncipe de ojos y orejas grandes con dentadura perfecta. La trataba bien y solo se propasó una vez con ella, pero cuando ella lo rechazó amablemente él se retiró.

Se estaba haciendo tarde en la noche y tenía que regresar con su abuelita a casa.

-Ya es tarde, mejor te acompaño- Le dijo con toda la caballerosidad del mundo el principito.

Ella aceptó y empezó a andar a casa de la abuelita.

A mitad de camino recordó la magdalena del bolso. Como tenía hambre la sacó para empezar a comerla.

-¿Quieres?- Dijo ella alargando la mano.

-A la que quiero es a ti-Dijo él agarrándola del brazo mientras la empujaba contra un árbol.

Se le subió el corazón a la garganta y la magdalena se fue al  suelo rodando.

-¿Que haces?- Dijo ella asustada.

-Llevo toda la noche queriendo hacerte esto y ahora que no hay nadie puedo- Le puso la mano en sus zonas más íntimas y se quitó la piel de persona para revelar al lobo de su interior.

giphy-downsized (41)

Ella gritó y forcejeó pero nada pudo hacer con la mayor fuerza de él, acabó rindiéndose a un destino cruel. Le hizo mucho daño, muchísimo mientras abusaba de ella. La mordía, la arañaban y sobretodo, entraba en ella rasgando su interior.

Un clic mecánico sonó entre los sollozos de ella y los empujes de él. Fue lo último que escuchó el ser que se llamaba humano antes de que la abuela saliese de entre los árboles pistola humeante en mano. Un tiro certero en la cabeza y dejó de existir.

La abuela corrió a ayudar a su pobre niña.

-¿Estás bien? ¡Oh! Mi dulce nieta, pero qué te han hecho.- La ayudó a levantarse- No estás sola cariño, estoy aquí para ti. Ni una menos en este mundo.

Desgraciadamente su caperucita era roja ahora. ¿Cuántas acabarán en manos de los lobos? Demasiadas Caperucitas Rojas.

Resultado de imagen de sangre gif

Foto destacada