“Los miembros de un grupo de pares específico a menudo poseen antecedentes e intereses similares, unidos por la similaridad”

A lo largo de la vida es muy fácil identificar quienes son tus pares, pero al menos para mi no ha sido tan fácil sentirse identificado.

Sin importar la edad que tenga, al voltear a ver siempre pareciera que mis tiempos son otros, y que el tren nos lleva a diferentes estaciones. La primera vez me pasó a los dieciséis años, no podría saber si tener sobrepeso como adolescente me hizo aferrarme a ser infantil, o viceversa, no se cual será la causa y cual la consecuencia, pero definitivamente influía.

Con el tiempo aprendes a respetar tus tiempos, como lo haces con todos los demás, aprendes que la vida no es una carrera de velocidad, sino de resistencia, de obstáculos que cada quien tendrá que superar a su manera y cuando le llegue su momento.

Recuerdo mucho cuando vi “Revolutionary Road” que lo unico que me llevé de la película fue que en una de las múltiples peleas de pareja, la esposa le grita a su marido “Es que se te olvida que hay más de una manera de vivir la vida”, y me cayó como un balde de agua fría darme cuenta que yo era quien más descalificaba sus procesos.

A veces se siente como si fueras la niña de cinco años que sentaron en la mesa de los adultos, y los escuchas como si hablarán en otro idioma, describiendo novios, trabajos, bodas e hijos (según la edad en la que te haya pasado), sin entender bien en que momento llegarán esas etapas a tu vida, cuando podrás jalar una silla con la seguridad de que perteneces a esa mesa.

Me gustaría decir que esto ha hecho que aprenda muchas cosas, pero la verdad es que hoy solo quería compartir lo extraño que es sentirse raro, lo desesperante que a veces es esperar el momento en que te pondrás al corriente con tus pares, lo incómodo que a veces es ser impar.

Rosa María Pérez Patrón