Hace unos días, me contaba una amiga que va para los 35 que en una visita rutinaria en la ginecóloga, la doctora le dijo «bueno, cumples 35 este año, ¿has pensado ya en congelar óvulos?». Así , de repente, a mi amiga se le cayó el mundo encima. En plan, ya está, ya ha llegado la hora, soy oficialmente MAYOR. VIEJA. INFÉRTIL.

Tú que te crees en la flor de la vida, joven, con (o sin) dinerito y muchos proyectos por delante. Pero lo de tener hijos, aunque quieres, no entra en tus planes inmediatos. Bien porque no puedes o porque no quieres. Tú que te crees que tienes toda la vida por delante, que estás sana, que eres invencible. Pues no, llega la doctora a bajarte de tu nube y darte un par de tortas de realidad. Porque oye, tampoco te está diciendo ninguna mentira: nuestra fertilidad a partir de los 35 se reduce bastante.

La mayoría de nosotras (y por nosotras me voy a referir a mujeres que queremos ser madres) sabemos o medio sabemos que esto es así, aunque intentemos no pensar mucho en el tema. Y vaya. Intentamos no pensar mucho porque nos agobia real. Y pensaba que era yo la loquer drama queen agobiada -que he llegado a quitar la radio al oír hablar de eso-, pero hablando con más amigas es un sentimiento bastante común. Entre negar la realidad, quejarnos amargamente, preferir no saber nada o asumir que tendremos que someternos a algún tratamiento.

Porque claro, señora ginecóloga, muy guay lo de proponernos eso, pero si además de sugerirlo, nos pasa los miles de euros que cuesta, encantadas de la vida. 

Porque claro, digo yo, que si tuviese tantos eurines para gastar en eso alegremente, pues seguramente me plantearía empezar a tener hijos ya.

O no, porque oye, con 35 muchas estamos por fin encontrando nuestro lugar en el mundo, encontrando la estabilidad laboral, tratando de asentarnos o destacando por fin en nuestros trabajos. Y ya sabemos que lo de conciliar y todo eso es un cuento. Vamos, que los 35 de ahora no son los 35 de nuestros padres, pero nuestros cuerpos no saben de eso.

Así que al final esto no es más que una lucha contra la biología (bueno y en realidad, contra muchas cosas como la precaridad laboral, la brecha salarial etc). Pero dejemos este post como lugar para quejarnos y mostrar nuestro agobio máximo de treintañeras a la deriva. Hoy solo quiero quejarme, cagarme en la biología, en la crisis y en el fuckin tiempo que no perdona. Y sobre todo, como muestra del shock de darte cuenta de que JODER, ya está, ya somos mayores.