Hace unos meses empecé a plantearme el hecho de colaborar con este blog; de formar parte del proyecto de Rebeca y Elena y de toda la gente maravillosa que está detrás de estos artículos. Me planteaba también qué podría aportar yo, de qué temas podría escribir o cómo podría ayudar o sacar una sonrisa a todas las lectoras que como yo, sentían este su hogar.

No os voy a mentir, me sentía pequeñita y me hacía caca solo de pensar en plantear la idea a los demás, a ellas sobretodo. Fijo que ni me contestan, seguro que me van a decir que no, si acaso me enviarán un mail random como a todos y ahí se acabará la historia.

Recuerdo que llegué a casa por la noche con la idea rondándome la cabeza, se lo conté a mi compi de piso y ella me contestó: ‘Tía, escríbeles, el no ya lo tienes’. Cenamos, nos reímos un rato, yo le volví a enseñar el blog por enésima vez y nos fuimos a la cama.

No paraba de darle vueltas al tema. El no ya lo tienes’, me había dicho ella. Y yo pensé: ‘No, el no, no lo tengo. El no tengo que ganármelo.’

Imagino que a más de uno le parecerá absurda esta reflexión, pero nada más lejos de la realidad.

Un equipo de fútbol que juega un partido y pierde, fracasa; pero el que no se presenta, fracasa también. ¿Es acaso el fracaso igual? ¿Sabe igual? En absoluto. Unos son valientes y luchan por lo que quieren aunque no lo consigan; se van a casa tristes; a nadie le gusta perder, pero sabiendo que lo han intentado, que han luchado por llegar a la portería contraria y marcar ese gol. Los otros, son unos cobardes.

chaplin

Estoy convencida de que la mayoría de las personas se mueven a causa del miedo. Actúan en función de ese miedo, del miedo a fracasar. Qué triste, qué pena que sea el miedo el que nos limite y nos prive de disfrutar de momentos tan mágicos como una relación, un viaje, e incluso un amor. Todas y todos nos hemos callado alguna vez por el miedo a ser rechazados, por la vergüenza del qué dirán.

No quiero lamentarme el día de mañana y pensar en qué hubiera pasado si no lo hubiera hecho. Quiero sentirme orgullosa de haberlo intentado, de haber luchado por lo que quiero. No quiero que el miedo rija mi vida. Quiero ser valiente y jugar. En definitiva, sentirme viva, sentirme vencedora solo por participar; porque aunque parezca utópico, es la verdad.

Me aburren los conceptos planos, las dicotomías absurdas. Ganar o perder. Olvídate de esos conceptos, de definiciones taxativas y empieza a luchar, a disfrutar, a vivir en definitiva.

En un futuro, quiero reírme de mis declaraciones de amor fallidas, de mis dietas comenzadas por enésima vez, de mis baños en alta mar, de mis créditos por pagar o de todas las ciudades en las que viví.

Gánate el honor de ser merecedora de tus fracasos. Muévete, actúa. 

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