Quizás os acostásteis el domingo con la melodía en la cabeza y el lunes lo primero que os vino a ella al apagar el despertador fue un rítmico «tenemos que inventarnos dramaaa». Normal, el vídeo viral que ha ido pasando de grupo de WhatsApp a muro de Facebook este fin de semana, el trap de DJ Velázquez- Las Meninas, tenía letra pegadiza, tonillo que, como el Rexona, no te abandona y esa originalidad que hasta los que odiaban la Historia en el instituto se han enterado de que la infanta Margarita estaba comprometida a los 5 años para mantener la monarquía hispánica.

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Pero hay más, hay mensajes más potentes en este vídeo que habrán resonado en tu cabeza sin que te des cuenta. ¿Cómo puede ser la máxima preocupación de una niña estar guapa? Espera un momento… Ha dicho que es una niña de 1.600… Eso nos queda muy lejos, ¿verdad?

Una niña de 1.600 0 de 2017

Ni cerca, ni lejos. El concepto de belleza ha recorrido la historia de la mano de Cleopatra y sus baños de leche de cabra, de los tintes rubios en la Antigua Grecia o incluso del búcaro (barro) que se comía entre la nobleza para mantener la piel blanco y que a la propia Margarita le están ofreciendo en el cuadro de «Las Meninas». La gran diferencia es cuando un tratamiento de belleza se aplica, por decisión más o menos propia y pasando por alto la presión social, a una mujer y cuando se inculca en una niña de 1600 o de 2017.

Y al pensar esto me asusté. Me asusté porque recordé los sujetadores con relleno que se venden para niñas de 8 o 9 años y cómo el set de la señorita Pepis ha enseñado a miles de niñas a transformar sus caras no para divertirse, sino para gustar. O cuando mi prima de 7 años me pide que le haga fotos con filtros, que así sale más guapa. Aunque el filtro sean unas orejas, una nariz y una lengua de perro que le tapen la cara.

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La necesidad de estar guapa (nótese la diferencia con «sentirse bien con una misma») se implanta desde la cuna, enseñando a las niñas lo importante que es parecer princesas de la boca de fresa. La sexualización de las niñas está más vigente que nunca. ¿No os suena el «no juegues en el suelo que te vas a manchar el vestido»? ¿O esas notitas que pasaban por tu mesa en el cole para votar quién era la más guapa y la más simpática y que la segunda opción no sabía ni a premio de consolación? O quizás tu primer pintalabios, cuando aún no tenías ni la edad para dar un beso, al menos uno de verdad.

Esto sí que me pareció un drama, uno del año 2017. La infanta Margarita nos hace mucha gracia sí, pero a muchas nos enseñaron también de pequeñas que había que ser guapas y sino corregir aquellas imperfecciones para simular serlo. Y, lo que es aún peor, seguimos enseñándolo, olvidando que si hay algo todavía muchísimo mejor que ser guapa es ser niña. Sin etiquetas, sin dobleces, sin presiones y sin miedos. Ya que no podemos cambiar el pasado, que al menos tomemos nota para el futuro.