Si hay algo que tienen los treinta es que son la década de la cosecha. En los treinta sueles beneficiarte de todas tus buenas decisiones y arrepentirte de las malas. Es una década vital en la que para bien o para mal reevalúas tu posición vital y empiezas a tomar decisiones de otra manera. También creo que es una época más agradecida para hacer cambios porque no tienes la inseguridad y angustia vital de la adolescencia ni la cantidad de metas profesionales por alcanzar para demostrar tu valía de los veinte.

Con algo de suerte llegarás a los treinta con un grado razonable de autoestima, un sólido grupo de amistades, una carrera profesional encauzada, un buen fondo de armario, una sana relación de pareja ( o una igualmente sana relación con tu soltería) y claras preferencias sobre las gafas que te gusta llevar y tu color favorito para pintarte las uñas.

Bien hecho nena! Los treinta son lo más!
Bien hecho nena! Los treinta son lo más!

Ok, perfecto. Y entonces ¿cuál es el problema? Pues el problema amiga es que la lista anterior no siempre está enterita, o no siempre te hace feliz como está y no tienes edad ya para conformarte con menos. Así que los treinta te enfrentan a la pregunta de ¿estoy dónde quiero estar? ¿cómo quiero estar? ¿con quién quiero estar? ¿porqué no estoy agusto conmigo misma?

A tu alrededor vas a ver castillos vitales que creías indestructibles caerse como si fuesen de naipes. Verás literalmente a la gente transformarse. Esa abogada amiga del instituto que abandona su carrera profesional en una multinacional para montar una tienda de chalkpaint. Esa pareja que lleva junta desde los 15 y se separan dos meses antes (o después) de casarse. Ese compañero de rutas gastronómicas que se pasa al fitnes y ya sólo come proteínas. Esa compañera de farras nocturnas que ahora es buenamadre a tiempo completo  y ha cambiado los gintonics por la lactancia materna a demanda y los minivestidos de brilli brilli por el porteo.

Treinta y tantos gin tonics me tomaba yo para asumir algunas cosas
Treinta y tantos gin tonics me tomaba yo para asumir algunas cosas

Y muchas veces esas transformaciones vendrán precededidas de crisis vitales y de arrepentimientos varios por como hemos invertido los felices años veinte de nuestra vida. Que si “tenía que haber estudiado otra cosa…” que si “es que voy a trabajar cada día amargada…” que si “tenía que haberle dejado la primera vez que me puso los cuernos…” que si “Cada día estoy más gorda…” que si “no me quiero nada…”

Pues mira, perfecto. Evalúa tu vida las veces que quieras y si realmente algo no te gusta cámbialo. Lo que si hay que asumir en cualquier proceso de cambio es que aquí nadie es Harry Potter ni tiene hada madrina (con suerte un grupo de amigás molón que te de consejos y gin tonic al mismos tiempo) y que el mundo no es Pinterest. Si quieres cambiar cualquier aspecto de tu vida hay que esforzarse. Tienes que mover tu precioso culo en la dirección que te parezca oportuna, y te va a costar hacerlo.

Las chuchis disfrutan con lo que hacen, pero curran un montón también para poder dedicarse a lo que les gusta!
Las chuchis disfrutan con lo que hacen, pero curran un montón también para poder dedicarse a lo que les gusta!

Probablemente tus cambios impliquen horas de esfuerzo, enfrentarte a opiniones poco halagadoras, fracasos mini y maxi por el camino, muchas dudas y desvelos de todo tipo. Pero eso es bastante mejor que anclarte en la queja, resignarse y pasar por la vida de puntillas. Piensa donde estás, donde quieres estar, cual es el camino que te lleva allí y… Ponte andar por favor!!! Pero de verdad!!!!! ANDA COÑO Y NO TE QUEJES MÁS!!!

Y ya sabes: Disfruta de lo que tienes mientras luchas por lo que quieres!