La verdad es que no me pasa nada, si es así, tengo que aceptarlo, tenéis que aceptarlo.

He pasado por mil dietas, he ido a muuuuchos endocrinos, me he hecho cientos de pruebas médicas, analíticas metabólicas, intolerancias alimenticias, tiroides, además de las típicas sobre colesterol, diabetes…y nada.

He rastreado mi poso genético en busca de antepasados gordacos o algún otro hecho significativo que marcara a  las generaciones futuras de mi estirpe… y nada.

Llevo una alimentación sanísima, se mas de nutrición que Cohen, Mindell y Dukan y todos sus acólitos juntos… y nada.

Voy al gimnasio prácticamente todos los días a darle bien al cardio y recientemente he subido el nivel deportivo y corro a nivel amateur, incluso trails por la montaña… y nada.

Por no hablar de los cientos de libros y publicaciones que he leído al respecto, que tengo el salón que parece la FNAC sección “gordas españolas”…. Y nada de nada de nada!!!!

¡Coño si es que me falta rebanarme el sobrante con un cuchillo jamonero! Ya no se me ocurre que más puedo hacer para ser como se supone que debo ser…. Espera… ¿y si no me pasa nada?

Marquita Pring

Pues sí, va a ser eso.

Plantearos esto: ¿Le cortaríais la melena a un león para que se pareciera más a un tigre? ¿Le pondrías un caparazón a un lagarto para que pasara por ser tortuga?  ¡No, no y no! Entonces, ¿Por qué tengo yo que parecerme a otra y pasar de la talla 44  a la 36?  ¿Por qué someterme al estereotipo de una mujer ideal que es irreal en la amplia mayoría de los casos? ¿Por qué tengo que buscar una explicación especial,  médica, científica y sobretodo negativa a ser como soy?

Habitualmente sometemos al cuerpo a muchas torturas estéticas, socialmente aceptadas sí, pero torturas al fin y al cabo, véase: depilación en sitios insospechados, últimamente con láser… (Si, queremos ser como una trucha), nos teñimos el pelo, lo alisamos, lo rizamos, lo que sea menos dejarlo a su aire…. Nos ponemos lentillas para cambiar el color de nuestras pupilas, uñas postizas, implantes de pecho…. En fin, yo misma paso por la mayoría de estos castigos estéticos y sí, es cierto, me veo más guapa, fenomenal, todos contentos, “que mona va esta chica siempre”, pero, ¿cambiar toda mi morfología? ¿Por qué? ¿Tú flipas?

Me niego, sin más, paso, que os den, mi cuerpo se ha desarrollado así y punto, mis michelines, mis caderas, mi celulitis en los muslos… son parte de mí ¡y no me pasa nada! No estoy enferma, ni tengo un metabolismo diabólico,  genes defectuosos, “malos hábitos” o cualquier clase de patología médica que deba ser tratada.

Enteraos de una vez, no quiero cambiar nada más, no lo necesito, estoy bien así, muy bien de hecho, ¡Dejadme en paz!

Autor: Pilar Lozano