No, no estoy enferma y no soy ni anoréxica ni bulímica. Jamás lo he sido. Nunca he tenido ningún problema ni trastorno alimenticio y siempre he sido igual.

Lo que penséis de mí, creedme, me da absolutamente lo mismo. Empiezan a importarme vuestras opiniones cuando os tomáis la libertad de meteros en mi vida y opinar sobre cómo debo vivirla, qué debo hacer, qué tengo que comer y hasta cuánto y cuándo debería alimentarme. Me aburrís, me cansáis y sí, me ofendéis. Me ofendéis a mí y a la gente que realmente tiene algún problema serio. Y por esas personas es por quienes realmente me molestan vuestros comentarios.

Soy una persona delgada pero NO enferma. Me atrevería a decir que estoy mucho más sana que vosotros, los que opináis sobre mí. Si os molesta que se me noten las costillas, la pelvis y la columna vertebral no me miréis. Si os dan grima mis manos porque sólo son huesos cubiertos con piel, insisto, mirad para otro lado. Ya no hablo de respeto, porque me lo estáis perdiendo y faltando desde el momento en que me catalogáis de enferma o Dios sabe qué. E insisto, jamás lo he estado.

No estoy ciega, y la que se ve desnuda delante del espejo cada día soy yo. Y sí, tengo una delgadez extrema en algunas partes de mi cuerpo. Pero de verdad, ¿realmente os importa? Vuestros “come que estás muy delgada”, “come más que tienes que engordar”, “cualquier día te rompes “… son puñales para mí. Puñales, casi diarios, porque en ocasiones me encantaría romper(os) otra cosa como respuesta a vuestros comentarios indiscretos, absurdos y soeces. Pero me callo porque no creo ni que mi delgadez sea para tanto ni creo que merezca la pena entrar en una discusión.

Y retomo lo que decía: soy consciente de cómo es mi cuerpo. Sé mejor que todos y que nadie cómo soy y cómo estoy. Me encantaría ponerme pulseras y relojes que me quedaran bien en las muñecas, pantalones que no me molestaran en la pelvis y camisetas con las que no se me notaran las clavículas. Digo que me encantaría porque he llegado a vivir dentro de una talla 36 frente a una 32 que tengo ahora y a utilizar sujetadores de una 95, y también sé lo que es (aunque muchos seguiréis pensando que eso también es estar muy delgada…). Me gustaría que las camisetas de licra no me marcaran las costillas, que los vestidos ceñidos no dejaran al descubierto todos y cada uno de los huesos de mi cadera… Pero ocurre, ¿y qué? Yo he aprendido a vivir con ello, sois vosotros a los que parece que les molesta.

Los que me conocen saben que soy de buen comer, que como de todo y no precisamente poca cantidad. Y me gusta. Adoro comer. Como sano pero también abuso de comida basura, bollería industrial y otra gran cantidad de cosas que no pueden llamarse comida. Y no engordo. Es más, mi estómago ha empezado a rechazar todo aquello que no le sienta bien, y dejando de comer mal aún he adelgazado (sí, todavía más).

Me he realizado algunos estudios nutricionales, y según ellos quemo unas 1200 calorías en reposo. ¡1200! ¿Eso también es culpa mía? ¿Eso también es por no comer? Todos tenemos un metabolismo diferente, unas rutinas diferentes, una vida diferente… ¿Y por qué nos empeñamos en medirnos a todos por igual? Y lo que es peor, ¿por qué nos empeñamos en poder opinar libremente de la vida y de las situaciones que viven los demás sin tener ni idea de sus vidas? A esto también se le suma que soy una persona extremadamente nerviosa… Quizá cuando consiga relajarme podré pesar un poquito más, pero mientras seguiré perdiendo kilos en cada sorpresa que prepare, en cada examen que tenga y en cada viaje que haga. Y es así.

No tendría que daros absolutamente ninguna explicación de cómo se comporta mi cuerpo y cómo soy al desnudo, pero hay ocasiones en las que es necesario exponerse e intentar abrir los ojos de alguien que esté ahí, al otro lado, aunque la mayor parte de la gente siga comportándose igual o no compartan nada de lo que digo. Pero aun así sí, creo que a veces es necesario.

Desde aquí mando todo mi apoyo a esas personas que SÍ lo pasan mal, que SÍ tienen un problema grave y real y que SÍ luchan diariamente para salir adelante. Porque yo no soy una de esas, pero sí defiendo su respeto y su dignidad. Eso por encima de todo. Y por ello pongo esta entrada pública, porque estoy harta de tanta frivolidad y de tanta ignorancia. Ahora podéis decirme lo que queráis, soy consciente de que en esta ocasión SÍ me he expuesto. Y a lo que venga.

Nerea Garrido.