Hay muchas razones que te llevan a ser gorda. La mía es que me gusta comer más que a Paquirrín un lapicero. Me encanta la comida y disfruto comiendo. Para mí, comer determinadas cosas, es un auténtico placer, y me encanta comer aquellas cosas que me gustan. Qué coño, podría decirse que comer determinados platos me hace feliz, y no mentiría. ¿Es que soy la única a la que le ha pasado que llega a casa, le han hecho su plato favorito, y se alegra? ¿O por el contrario, llega a casa, hay coliflor, y le da la bajona?

Quizás pueda estar mal considerado relacionar la comida con la felicidad (sobre todo si eres gorda), pero os juro que a mí esto me pasa de toda la vida. Pocas cosas me hacen más feliz que un buen cocido, la tortilla de patata de mi abuela, desayunar cruasanes o merendar pizza. ¡La comida me da todos estos kilos de más, sí, pero también me da la felicidad!

ron-weasley

Pero bueno, todos sabemos que la felicidad es algo más momentáneo que un estado permanente, aunque yo también tendría unas cuantas cosas que decir sobre esto. La cosa es que yo me considero una persona, en general, bastante feliz (comida aparte). Bastante afortunada en muchos sentidos, ya que tengo que reconocer que pocas han sido las preocupaciones que han perturbado mi vida. Llevo una vida de lo más tranquila, dedico mi tiempo a cosas que me apasionan y me divierten, twitteo de vez en cuando, y voy al cine siempre que puedo.

Y con poder hacer todas estas cosas yo ya me doy por satisfecha. El problema viene cuando algo descoloca mi tranquilidad por completo y me deja sin saber cómo reaccionar. Como soy una persona bastante controladora y me gusta tenerlo todo organizado (al menos en mi cabeza) , el mínimo cambio inoportuno o inesperado me transforma en una loca del coño.

maleficentrage_zpse4786677

Exactamente igual que el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, yo tengo a Perradesatan feliz y a Perradesatan loca del coño. A la feliz la controlo perfectamente y además nos lo solemos pasar teta. Esa suele ser la Perradesatan que un día se muere por un bombón, lo coge, se lo come, lo disfruta, y aquí no ha pasado nada. Pero cuando llega la loca del coño yo no sé qué cojones pasa que ella toma el control y entonces pasan cosas. Esa es la Perradesatan que no es capaz de controlar sus nervios, ve una caja de bombones, se la come entera de una atacada y ni siquiera es consciente de lo que ha hecho.

La Perradesatan loca del coño me tiene un poco preocupada. Ya se ha hablado mil veces por aquí (y de verdad, no me gustaría volver a entrar al debate) de que si estar gorda es estar enferma o se puede estar gorda y sana y delgada y enferma y también se puede ser gilipollas y tener una prima en Cuba. Los problemas físicos asociados al sobrepeso (por suerte para mí) todavía no han hecho su gran aparición, quitando algún dolor de espalda o que se estropee el ascensor y muera al intentar subir a casa. Pero no solo de salud física vive el hombre, la salud mental es igual de importante, y a veces ahí está el origen de la obesidad, y no la consecuencia.

Mientras que, con los años (muchos años) he aprendido a quererme muchísimo (ahora me quiero tanto que igual debería haber parado antes) y a valorarme más todavía y a no creerme ni mejor ni peor por ser más o menos gorda (ya que he podido vivir en los dos extremos de mi expansión física), todavía no he sido capaz de candar mi boca cuando tengo algún problema o me encuentro nerviosa por algo.  Aunque ha habido épocas peores, el hecho de saber que en determinados momentos no tengo control sobre mí me vuelve un poco loquer.

angelina loquer

¡ALEJARSE DE MÍ, DONUTS, DONETES Y FILIPINOS! ¡ATRÁS, TABLETAS GIGANTES DE CHOCOLATE MILKA CON GALLETA! ¡VADE RETRO, CHEETOS PANDILLA! ¿Por qué todo lo que engorda está buenísimo? ¿Por qué cuando me entran esas ganas de comer incontrolables no me da por los pepinillos en vinagre? Pero, sobre todo, ¿por qué los atracones de comida no nos hacen felices en absoluto, sino todo lo contrario?