Estoy harta, no quiero ser la princesa de este cuento, no quiero que me susurres al oído para así poder lamerme el cuello y no quiero palabras en lugar de miradas.

Como vosotras, he crecido rodeada de princesas de cuento, mujeres incomprendidas y reinas maleducadas, me han enseñado que debo buscar un príncipe azul que me salve, me entienda y me respete. Él ha de mejorar todas mis imperfecciones y complementar mis carencias y como no, ame por encima de todo.

¿Pero y yo? ¿Cuál es mi papel en este cuento? ¿Qué debo darle yo? ¿Estar perfecta a todas horas? ¿Placer? ¿Qué mierda de cuento es este? Me han enseñado a ser princesa, pero no a ser MUJER.

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Creamos príncipes azules, les enseñamos el poder de las palabras y demostramos cuántas puertas e incluso piernas pueden abrir con ellas. Les inculcamos que somos princesas y les formamos en las artes del trueque, en cómo una mirada tierna, una sonrisa de medio lado y unas palabras adecuadas sirven para cubrir sus necesidades, las más mundanas y de las que por supuesto no deben avergonzarse jamás, para eso estamos las princesas de los cuentos de hadas, putas princesas. Odio las princesas.

Vivimos en un mundo de soñadores estandarizados, de poetas y trovadores con redes sociales, donde la naturalidad y la espontaneidad están infravaloradas. Buscamos siempre lo más bonito y nena, lo más bonito ya está inventado, lo original es lo que está por venir.

Creemos en la existencia de los Reyes Magos y buscamos parejas por catálogo, ¡es tan fácil pedir!

– ¡Que me entienda! ¡Que me abrace cuando yo quiera llorar porque estoy con la regla! ¡Que me diga lo guapa que soy aunque esté fea! ¡Que le encante mi cuerpo y mis curvas! ¡Que me haga reír cuando quiero llorar!

¡Quiero mi media naranja!

Eh titi, para para… ¿Que quieres qué? ¿Que ofreces qué? Buscas tu media naranja, pero muñeca, ¿Qué mitad ofreces tú? Inseguridades (¿Estaré bien? ¿Le gustaré como soy?) Un festival de hormonas (Hoy, peli, mantita y chocolate… Buf, quiero que me empotre contra la pared) Un quiero pero no debo; No necesitas tu media naranja, tú ya eres una naranja completa.

Eres fuerte, valiente, eres insegura, pero sabrás encontrar seguridad en ti misma. No busques quién te diga frases de amor cuando ni tú te las crees, no busques amor del que tanto se habla o se escribe, no entregues el corazón cuando lo único que quieres entregar son tus bragas, es más divertido, duele menos y tienes muchas más.

No pidas que te abrace, te llene de risas, de sonrisas, caricias y miradas, que te empotre contra la pared con la mayor dulzura del mundo y te diga cuánto te ama a cada envestida, porque tú, nena, no ofreces lo mismo. , ofreces locura, cansancio y mala hostia. Ofreces mañanas, tardes y noches de sexo, ofreces días de abstinencia, de amor con y sin pasión. Portazos, gritos y abrazos. Porque tú, no eres una princesa de cuento y él no es un príncipe azul.

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Olvídate de las princesas y de los putos cuentos de hadas, no existen y no enseñan nada.

Comienza a escribir tu propio diario de batallas.

Ana Morcuende.