Pasamos la mayor parte del tiempo socializando, incluso cuando no queremos ver a nadie nos acabamos cruzando con un vecino en el ascensor. Las actividades que realizamos a diario implican algún tipo de relación, ya sea laboral, escolar, amistosa, familiar o te-saludo-para-quedar-bien-pero-me-la-pelas. La interacción social es una característica básica de los seres humanos que nos permite satisfacer tanto nuestras necesidades afectivas y emocionales como nuestras metas profesionales, pero bajo determinadas circunstancias puede convertirse en una actividad desagradable.

Todos hemos agachado la cabeza alguna vez para evitar hablar con alguien por pereza, porque teníamos un mal día, o porque el susodicho era un gilipollas que no se merecía ni nuestro saludo. En cambio, si la razón es un miedo desproporcionado a las situaciones sociales, podemos estar ante la fobia social.

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Para las personas con fobia social algunas situaciones sociales llegan a ser amenazadoras, causando niveles de temor tan elevados que tratan de evitarlas a toda costa. Si no lo consiguen el grado de ansiedad puede ser tan incapacitante que, a la menor posibilidad, intentarán escapar. Estos niveles de malestar y/o evitación son un indicador de la gravedad clínica que implica esta fobia, llegando a obstaculizar el funcionamiento social, laboral, escolar e incluso la salud física de quien la padece y de su entorno.

Para estudiar el impacto del trastorno de ansiedad social hay que tener en cuenta, en primer lugar, la cantidad y diversidad de situaciones sociales temidas. En base a este criterio podemos hablar de “fobia social específica” cuando se temen un máximo de dos situaciones sociales, o “fobia social generalizada” cuando el abanico de interacciones fóbicas es mayor. Este último caso es más grave, limitando las posibilidades de contacto social y obligando a quienes lo padecen a organizar su vida alrededor del trastorno.

Aunque quieren relacionarse con los demás, suelen sentirse aislados. Son personas solitarias por obligación, lo que incrementa los niveles de frustración e insatisfacción e impide que tengan las relaciones sociales, amorosas y sexuales que desean. El aislamiento limita sus actividades de ocio, especialmente cuando implican terceras personas, y a nivel profesional les obliga a asumir responsabilidades individuales, lo que puede implicar menos oportunidades o más dificultades para lograr lo mismo que aquellos que no comparten su inhibición social.

Las consecuencias de la fobia social pueden ser precursoras de otros problemas psicológicos como trastornos del estado de ánimo, de ansiedad o por consumo de sustancias.

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¿Qué es la fobia social?

Actualmente, el trastorno de ansiedad social o fobia social se define como un temor y ansiedad intensos en una o más situaciones sociales en las que la persona está expuesta a las opiniones los demás. Además, teme actuar de cierta forma o mostrar síntomas de ansiedad por los que pueda ser evaluado negativamente. Es inevitable opinar sobre los demás y más aún prestar atención a lo que otros opinan de nosotros, especialmente en situaciones o con personas a las que queremos impresionar, pero cuando esos niveles de preocupación implican una ansiedad incapacitante y desproporcionada, entramos en el terreno de los problemas psicológicos.

Las personas con fobia social suelen evitar las situaciones temidas, y si no pueden escapar bajo ninguna circunstancia, las soportan con enorme malestar. Cuando sí se produce una evitación, el funcionamiento social, laboral o académico se ve perjudicado, ya que se entorpecen actividades que forman parte de la vida cotidiana.

En las relaciones con los demás actúan de forma retraída, aislada y torpe. Generalmente tienen menos amigos y más dificultades para ligar.

Respecto al ámbito laboral o académico, participan menos en las clases y/o reuniones para pasar desapercibidos, realizan las tareas en solitario y evitan cualquier exposición oral, por lo que quedan rezagados y resulta más difícil reconocer sus capacidades intelectuales y profesionales, lo que implica menores oportunidades de ascensos, becas y, en general, de crecimiento profesional.

El miedo de las personas con fobia social se relaciona con la falta de seguridad y las preocupaciones más recurrentes son las críticas y el rechazo.

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¿Cuáles son los síntomas de la fobia social?

Conductas

  • Inhibición conductual en situaciones de interacción social.
  • Menos contacto ocular, más silencio, fluidez verbal limitada.
  • Conductas de escape y evitación.
  • Los niños lloran, se paralizan o permanecen muy cerca de figuras de apego.

Señales físicas

  • Aumento de la tasa cardiaca, cambios en la respiración, tensión muscular, dolor estomacal, diarrea, náuseas, escalofríos, frío en las manos, rubor, sudoración, temblor en las extremidades y sensación de “nudo en la garganta”.
  • Riesgo de experimentar un ataque de pánico (dificultad para respirar, sensación de ahogo y dolor u opresión en el pecho).

Pensamientos y creencias

  • Percepción excesiva de uno mismo.
  • Evaluar las situaciones sociales como amenazantes o catastróficas.
  • Anticipación de los resultados como negativos.
  • Sobreestimación de las consecuencias negativas.
  • Atención exclusiva a la información relacionada con el fracaso social.

Estos síntomas aparecen tanto en una situación social real como cuando piensan que tendrá que enfrentarse a ella.

Para un diagnostico fiable de fobia social debes acudir a un psicólogo. Gracias a las entrevistas, informes y cuestionarios pertinentes relacionados con la fobia social, podrá ofrecerte el tratamiento ideal.

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¿Cuáles son las situaciones fóbicas?

Hay un amplio repertorio de situaciones sociales que producen ansiedad en personas con fobia social, pero normalmente se distribuyen en dos categorías, las situaciones interactivas y las no interactivas. Las situaciones interactivas son, por ejemplo, iniciar y mantener una conversación, quedar con alguien, ir a una fiesta, hablar por teléfono, hacer una entrevista, charlar con desconocidos, devolver algo en una tienda, etc. Las situaciones no interactivas se relacionan normalmente con actuar en público, por ejemplo, hacer una exposición oral, bailar, cantar, comer, beber o escribir mientras te observan.

Otra clasificación distingue entre hablar e interactuar en contextos formales (una reunión o un examen oral), hablar e interactuar en contextos informales (una fiesta, un bar o por la calle), interactuar usando comportamientos asertivos (hablar con una figura de autoridad, decir que no o devolver algo en una tienda) y actuar mientras se es observado (comer, beber, escribir o trabajar en público).

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¿Por qué aparece la fobia social?

Actualmente hay muchas explicaciones del trastorno de ansiedad social, y prestar atención a unas pocas ignorando todas las demás sería absurdo. Por eso es importante tener en cuenta todos los factores implicados en el desarrollo de la fobia social.

  • Nuestro cerebro. Parece que existe una mayor activación del Sistema Nervioso Autónomo en las personas con fobia social grave. Esa activación se relaciona con síntomas como taquicardia, sudor y temblor cuando se encuentran bajo observación ajena. ¿La causa? Se cree que en situaciones estresantes producen una mayor cantidad de “hormonas del estrés”.
  • Nuestro temperamento. En ocasiones, la inhibición conductual durante la infancia se asocia con la fobia social durante la adolescencia. La inhibición conductual es una mezcla de comportamientos y emociones de aislamiento, lejanía, precaución, timidez y silencio ante situaciones, personas, lugares y objetos desconocidos o nuevos.
  • Nuestra sensibilidad a la ansiedad. Las personas con fobia social suelen interpretar mal sus sensaciones corporales. Creen que los síntomas físicos de ansiedad (taquicardias, sudoración, tensión muscular, etc.) son una señal de daño físico, psicológico o social.
  • Nuestro ambiente. Algunos factores ambientales que favorecen la aparición y el mantenimiento de la fobia social son largos periodos lejos de los padres durante la infancia, pérdida de alguna relación cercana con un adulto, enfermedades mentales de los padres o casos de abuso y/o violencia infantil.
  • Nuestros aprendizajes. Las fobias suelen aparecer por aprendizaje directo (ser víctima de humillaciones, críticas o rechazos), aprendizaje por observación (ver como alguien cercano sufre bullying) o transmisión de información (las reglas que la sociedad, padres, profesores y medios de comunicación imponen a los niños como, por ejemplo, la necesidad de aprobación o la obligación de callarse ante determinadas situaciones).

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¿Cómo superar la fobia social?

  • Conocer el trastorno de ansiedad social. Las personas con fobia social saben, a menudo, lo que su experiencia les permite. Conocen las sensaciones, emociones, pensamientos y conductas implicadas en la fobia social, pero pueden desconocer cuales son las causas, la naturaleza y los mitos del trastorno.
  • Estar motivado. Algunas personas con fobia social ya conocen los métodos que se consideran eficaces sin haber logrado resultados. En las terapias recomendadas para la fobia social tanto el psicólogo como el grupo llevan a cabo un control semanal de los resultados, lo que permite ver cuando algo falla, cómo solucionarlo y qué métodos alternativos pueden ser útiles.
  • Entrenamiento en respiración abdominal. Los ejercicios de respiración abdominal, si se realizan correctamente, son muy útiles en situaciones de tensión en las que nos vemos bloqueados por la ansiedad.
  • Entrenamiento en relajación progresiva. Al igual que la respiración, puede ser eficaz para disminuir la ansiedad que provocan algunas situaciones sociales.
  • Poner a prueba a la ansiedad. Algunos mitos que rodean a la ansiedad son que es peligrosa, que puede hacer que perdamos el control, que es una señal de debilidad o que es crónica. Aunque nos cueste creerlo, la ansiedad es algo útil en determinadas ocasiones. Para poder superar el miedo a la ansiedad la persona con fobia social debe poner ejemplos de situaciones en las que la ansiedad pueda ser útil (por ejemplo, cuando nos duele el cuerpo la ansiedad que provoca estar enfermo nos obliga a ir al médico para que nos recete un medicamento y así no caer enfermos) y, poco a poco, exponerse a las situaciones que les causan ansiedad para ver que las consecuencias no son tan graves como pensaban (es importante realizar esto bajo la supervisión de un profesional que identifique el grado de ansiedad de las situaciones, ya que es contraproducente exponerse a mucha ansiedad si no se está preparado).
  • Reestructuración cognitiva. Es el pensamiento de hacer algo, no la acción, lo que provoca sentimientos de miedo o ansiedad. Por eso es necesario detectar cuales son nuestras creencias automáticas causantes de ansiedad y nuestros pensamientos irracionales. ¿Cómo? Si una idea es ilógica, no se corresponde con la experiencia, es absolutista o viene de una generalización, produce emociones perturbadoras y no te ayuda a conseguir tus objetivos, puede ser automática e irracional.
  • Entrenamiento en habilidades sociales. Las conductas sociales habilidosas se caracterizan por sus componentes verbales y no verbales, como por ejemplo la importancia de la mirada, la expresión facial, la sonrisa, la postura del cuerpo, los gestos, la proximidad, el contacto físico, el volumen de voz, la entonación, la fluidez y el contenido del mensaje. Es posible aprender estas habilidades ejercitándolas.
  • Exposición. Aunque acojona mucho, para superar la fobia social es indispensable practicar y socializar. Para que esta tarea se pueda llevar a cabo es importante empezar por aquellas situaciones que menos ansiedad generan para, poco a poco, ir dominando las interacciones sociales y poder pasar a otras de mayor nivel. En las terapias psicológicas se suele llevar un orden. Primero se explica en qué consiste la técnica de exposición y después se abarcan diferentes situaciones sociales (interacción con desconocidos, interacción con el sexo opuesto, expresión de molestia, enfado o desagrado, hacer el ridículo a propósito y hablar en público o con personas de autoridad). Cada semana se va dominando un tipo de situación social, primero aprendiendo estrategias de socialización (formas de empezar una conversación, aprender a decir que algo te molesta de forma asertiva, trucos para hablar en público, etc.) y después practicando (preguntando por el precio de algo en una tienda, pidiendo la hora a un desconocido, levantando la mano en clase, halagando a un conocido, pedir a un dependiente que te cambie un billete, contar un chiste en público, etc.). Al principio serán conductas muy sencillas pero a la vez efectivas para comprobar la capacidad de logro.

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Para superar la fobia social es necesario acudir a un psicólogo especializado en este trastorno, ya que podrá ofrecerte el tratamiento y los procedimientos adecuados para tu caso.

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