Soy gorda. Un momento… ¿soy gorda? ¿Comparada con quién?

Hice dieta, pesaba 105 y ahora peso 72. Nunca había hecho dieta, porque sinceramente, llega un dígito en el peso que te hace perder de vista las posibilidades de intentarlo. Lo llamo “el punto de no retorno”.

Una vez cruzas el punto de no retorno, tu cerebro se mentaliza de que jamás podrás adelgazar lo suficiente. Eso es también parte del trabajo que hace la tv, los medios y la familia… te mentalizan de que eres gorda, que serás gorda siempre y que no eres como el resto. Te anulan y te hacen sentirte incapaz. Pero eso es sólo una mentira que te puedes tragar, o que puedes plantearte como lo que es: un truño como una catedral.

Yo comía, comía mucho, comía como si no hubiera un mañana, porque total… ¿qué más me daba? Pero un buen día me dije que aquello no era sano, no fue por el físico realmente, sino porque no me sentía bien con 27 años y sin saber lo que era correr o sufrir por pensar en subir muchas escaleras. Me fui a un dietista, y me apunté al gym con mi novio y una amiga.

Mi vida era normal, no era un monstruo marginal como la tv te hace imaginarte a una chica de 105kg. Tenía vida social, trabajo, pareja… nadie me tiraba cosas por las calles, ni me perseguían con antorchas.

Empecé mi dieta, me costó mucho intentar no comerme a mi entorno en las cenas, ya que estaba acostumbrada a comer poco por el día y atiborrarme a la noche al llegar de trabajar, la relajación me permitía comerme toda la nevera sin ponerme colorada. Ahora debía controlarme y eso me enfurecía.

Poco a poco, me enseñaron la importancia de las famosas cinco comidas, y es cierto, funciona.

En el gimnasio la historia fue muuuuuy lenta, pero con feliz resultado. Empecé en la elíptica y os juro que 5 minutos parecían ser eternos, sudaba a mares y sentía que todo aquello no iba a funcionar. Ese es otro trabajo de la tv, los medios, la familia y los amigos. Cuando una persona con sobrepeso dice que se apunta al gimnasio, la respuesta suele ser tan alentadora como: “a ver lo que duras!” o la terrible mirada de “ay….pobre pancetita”.

Además los medios se encargan de pintarte los gimnasios como platós de mujeres hombres y viceversa, cuando en realidad hay gente de todo tipo. Te intentan meter en el cuerpo la vergüenza, pero vergüenza de qué?!! Si es algo bueno!!!

A mi me daba igual, mi nivel era el de aquagym con señoras de 70 años…pero mientras meneaba mis carnes en aquella piscina, me juraba que algún día superaría los malditos 5 minutos de elíptica.

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Poco a poco, iba perdiendo peso, me sentía mejor y aumentaban mis ganas de hacer cosas. Eso me planteaba incógnitas, puesto que mi vida iba del sofá al curro en coche y a un bar los findes.

Empecé a caminar, pasear, intenté patinar y me di una ostia tremenda… hice rutas! Y eso me gustaba y me hacía sentir genial.

Un día, 30 minutos de elíptica sin demasiado esfuerzo, pasar de “hoy bajo al centro en bici” a “hoy me voy al pueblo en bici”. Y llegar al médico y que te de la noticia, tu índice de grasa está dentro de las medidas normales. Ese momento es extraño, alguna vez, lo reconozco, lo había imaginado. Pero me imaginaba con una minifalda y unas largas piernas de infarto, abdominales y un culo como el de Beyonce. Ahhhh, otro trabajo de la tv: que al pensar en una mujer en su peso, pensemos en la del anuncio de AB Shaper. Meeeeeeeec! Error!!! No soy gorda, no me váis a convencer, sé lo que es estar gorda, vengo de allí y no es esto. Tengo las piernas anchas, y los gemelos grandes, soy percherona y qué?! Tengo los brazos anchos y el culo grande, está prohibido? Voy por la calle y siento que gusto, me compro ropa de la 42 y me veo estupenda. Adoro tener curvas, me chifla sentirme en forma, tengo 30 y estoy mejor que nunca.

Miras las modelos de tallas grandes y tienen una 44! ¿Peeeeeerdona?

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Conozco a más mujeres con la 44 que con la 32. Sin embargo no hay modelos de “tallas pequeñas”. Eso de separarnos del resto es una lacra absurda que tiene que acabar. La educación que recibimos, nos enseña que “lo grande” no va con “lo femenino” a no ser que “lo grande” sean tetas. La chica femenina es pequeñita, menuda y frágil. Pues no, la chica femenina es pequeñita, menuda, grande, gorda, peluda si la apetece o con el toto como la Barbie. Ya está bien de chorradas.

Nos han metido en la cabeza que con piernas anchas no se lleva falda, pero sí puede llevar falda una chica con las piernas como pajitas. Las dos podemos. La tv está equivocada. ¡Mi culo manda y no tu banda!

Autor: Sara W