Hace poco tuve que ir a una sesión de fotos. Estaba emocionada porque por fin alguien iba a inmortalizar mi careto de manera profesional en un estudio, con sus luces, sus focos y toda su parafernalia. Me contactaron de un gran medio porque mi trabajo lo vale, así que era una oportunidad de oro para que todo el país supiera de mí y de lo que hago. Conmigo venía mi socia y mejor amiga, estábamos pletóricas, pensando en lo bonitas que quedarían las fotos y en lo duro que habíamos currado para, por fin, tener una visibilidad de tal calibre. ‘Podríais salir en sujetador? nos gustaría una sesión cañera‘, a lo que nosotras dijimos ‘sujetador sí, pero con una biker encima’. Y aceptaron, al fin y al cabo, nosotras íbamos a hablar de nuestro curro, no de lencería.
Llegó el día y nos fuimos con nuestras mejores galas, ideales de la muerte, ni muy macarras ni muy naïf. Al llegar, el fotógrafo se acercó al camerino y, entre risas, nos dijo que si veníamos preparadas para hacernos fotos en ropa interior. Él, nos había estudiado en nuestras redes sociales, y veía que teníamos fotos de modelos en ropa interior reivindicando sus curvas, y nuestras, donde salíamos como nos daba la real gana. Entre coña arriba y coña abajo, le dejamos claro que nosotras no éramos modelos ni pretendíamos salir en paños menores, así que el tono del fotógrafo cambió para mal, se le notaba molesto. Yo le dije a mi amiga que ni de coña iba a salir en ropa interior, y menos con las bragas de Superman que llevaba… y él dijo ‘UY, mejor que mejor…’.
Empezamos la sesión, estábamos divertidas, como somos nosotras, partiéndonos de nuestras propias bromas y sonriendo bien grande. Fue ahí cuando empezaron los comentarios fuera de lugar. Mi amiga me tocó la nariz con su dedo, mientras poníamos morritos, él se acercó y nos dijo ‘No sabéis lo que me estoy imaginando…’ a lo que ella contestó ‘Nuestros novios estarían encantados de estar aquí!’. La conozco, sé que lo dijo porque se sintió igual de incómoda que yo, en un intento de dejar claro que teníamos pareja y que esos comentarios sobraban. El fotógrafó siguió disparando, me pidió que me quitase la biker para que se me viese algún tatuaje. Sin estar muy segura, me la quité y la pasé por encima de mis hombros, pero su mirada no me gustaba, así que le pedí que me dejase ver las fotos. Y lo hizo. En ellas vi a dos mujeres preciosas, pero se veía más de lo que se había acordado, y me sentí muy incómoda.
– Nono, ni de coña quiero salir así. Se me ve demasiado el pecho.
– No entiendo, pero si era la idea.
– No, la idea era una sesión cañera, con la biker puesta y que se intuyera el sujetador, no que se me viera el pecho (tengo muchísimo pecho).
– Pero perdona, no entiendo, ¿no defiendes la autoestima y la aceptación del cuerpo? En tu Instagram sales así.
– Ya, pero mi Instagram es mío y hago lo que quiero. Esto es un periódico nacional, esta foto va a ir en portada y no me apetece que mis padres tengan que ver esto, porque no es lo que habíamos quedado. Se va a sexualizar nuestra imagen por un pecho grande, va a perder sentido todo el trabajo. Además, ¿qué tiene que ver la autoestima con salir en pelotas?
– Pues que mucho no te aceptarás.
– Ah, osea que si me acepto, ¿tengo que demostrárselo al mundo desnudándome? ¿Tú vas por la calle desnudo porque te aceptas?
– No entiendo nada. Esto va en contra de lo que proclamas.
– No tienes que entenderlo, te estoy diciendo que no quiero fotos en sujetador y punto. En un principio iban a ser vestidas enteras, dijimos que sí a lo de la sesión más cañera pero por eso especificamos llevar la chaqueta puesta, no encima o abajo, puesta. Si no te gusta así, me vuelvo a poner el jersey y listos. No veo qué tiene que ver esto con mi trabajo.
El fotógrafo siguió con las fotos, su actitud cambió radical, y yo aguantaba las lágrimas por el momento de mierda que había pasado. Acabamos y tocaban las individuales. Primero mi amiga, luego yo. Yo seguía un poco nerviosa, pasar algo así, sin ser profesional, con fotógrafo, iluminador, cámara y redactor mirándome, fue desagradable.
– Aunque te hayas enfadado conmigo, vamos a ver si podemos hacer alguna foto.
– Yo no me he enfadado, te he dicho que no quería desnudarme, eres tú el que ha cambiado el rollo.
– Bueno. A ver, posa tal tal tal. No sonrías. Sedúceme como tú sabes.
– Es que te estoy imaginando con coletitas en plan otaku.
– (Yo roja, incómoda).
– (Viene a colocarme el pelo y el pendiente). Buf, es que no dejo de imaginarte con coletitas. Te gusta el manga?
– Prefiero Marvel, que se cargan a mucho capullo.
– Yo prefiero las braguitas de Superman.
– Pues no te pierdes nada.
Acabamos sesión, yo enfadada, triste, nerviosa y asqueada. ¿Por qué coño tenía que pasar eso? Yo solo quería unas fotos profesionales, para el medio profesional que decían ser. Pero todo acabó en una mala experiencia. Con la negativa del fotógrafo de enseñarnos el resultado de las fotos y con la inseguridad de no saber con qué cara íbamos a salir en la portada de un diario nacional. La cosa se puso tensa, él pasó al terreno personal y a increpar a mi amiga por poner en duda su profesionalidad. Nuestra agente llamó al director de su periódico, dijeron que esa actitud no era posible y que las mentirosas éramos nosotras. Hoy nos han dicho que han decidido echar atrás nuestro reportaje.
¿Por qué? Por algo tan simple como no querer desnudarme. Por no seguirle el rollo. Por no ser una idiota que no se entera de que alguien está haciendo comentarios poco apropiados. En definitiva, no nos sacaron en portada por no querer vendernos. Por no querer ser las típicas chicas plus size que salen en sujetador en una portada. Porque claro, es sabido, que si tienes sobrepeso y te quieren en portada, es en bolas, porque parece que vestida no vales lo mismo ni demuestras que te aceptas.
Desde aquí, mandar un JÓDETE enorme al fotógrafo y al medio. Por querer tratarnos como cachos de carne y por tirar por tierra todo nuestro trabajo, por convertir meses de esfuerzo en una simple foto enseñando carne y tetas. ¿Lo bueno? A pesar de que sabemos que nos han hecho la cruz en ese medio, estamos muy tranquilas con nuestra conciencia, sabemos que nada ni nadie va a obligarnos a hacer lo que no queremos.
Anónimo
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