Hola coleguis, hoy me pongo serio y os vengo a confesar una cosa. He estado muy deprimido.

Estar deprimido no es divertido, no es agradable, es una de las peores sensaciones que uno puede experimentar, y muchas veces no te das cuenta de ello hasta que estás hasta el cuello. Es una espiral de autodestrucción interna que acaba por destruir todo lo que te rodea sin darte cuenta. Arrebatos de locura, pesadumbre, altibajos, momentos al filo del precipicio, son solo situaciones que acaban siendo cotidianas y las conviertes en normales a pesar de estar hasta arriba de pastillas que teóricamente te liberan de ese perro negro.

Comienza todo con un miedo irracional a la soledad y al fracaso y se acaba convirtiendo en realidad, lo peor de todo es que no sabes de donde salen esos sentimientos y acabas solo, engañado, frustrado y acabado. Confirmas tus miedos y llegas a la cima de tu enfermedad y no sales. No se por qué, pero me me quedaba en la cama todas las mañanas machacado, por las noches me debían de pegar palizas y me levantaba por inercia, pero no tenía sueño. Llega el momento en que te recetan unos potentes antidepresivos, que para que nos vamos a engañar, te matan por dentro y ni tan siquiera esos abrazos de pena y de dolor de la persona que tenía a mi lado por aquel entonces me reconfortaban ni me daban el calor que necesitaba, y eso acabo arrasando todo.

Tratar con este tipo de medicamentos, es algo muy delicado. Comienzas el tratamiento con cierto escepticismo pensando que es nada más que una pastilla, y que no puede hacer nada. Lo cierto es que a lo largo del tiempo te das cuenta de que tu ritmo de vida y tus emociones pasan a un segundo plano y dejas de sentir muchas cosas, solo te mueves por impulsos y quizás por la costumbre de hacer algo, pero no se desarrolla en ti una emoción de hacer algo.

Te sientes como si estuvieras seco, todo muere dentro de ti y la vida sigue y así día tras día, creando una rutina en la que tomas una pastilla por la mañana, y otra la mañana siguiente, y otra, y otra…hasta que te das cuenta de que así no puedes vivir. El psiquiatra decía que las pastillas habría que verlas como una muleta que te ayuda a complementar el tratamiento, pero muchas veces me he preguntado ¿qué es el tratamiento? y el tratamiento no es más que otra rutina dentro de tu rutina con ejercicios de análisis de tus comportamientos irracionales.

Justo cuando crees que va todo encaminado y comienzas a ver la luz al final, las personas con las que más relación tienes te dejan en el camino a tu suerte, no se quieren involucrar contigo y prefieren que sigas tu camino solo.

 

Comienza la segunda crisis, el preludio de la recuperación y la forja del übermensch y por un tiempo estás solo en la carretera, hasta que alguien te recoge. A mi me recogió mi familia y mis amigos, esos que dejé de lado hace tiempo pensando que eran el germen de mis problemas. Después de muchas intensas conversaciones, recuerdos y confesiones, te das cuenta de que todo sigue igual que antes, que ya no hay miedos, ni frustraciones, y tus amigos, los que siempre estuvieron ahí me sacaron del agujero y me salvaron la vida. Acabas aprendiendo que la soledad es parte de ti mismo, sin pensamientos destructivos ni dañinos. Terminas comprendiendo que tienes una parte irracional y que tú eres tu propio enemigo, el que se pone la zancadilla.

Después de salir del boquete ¿qué ocurre? Nada. No ocurre nada. Esperas que la vida milagrosamente vaya mejor, pero no, no existen los milagros, existe el trabajo duro y la voluntad. Comienzan los meses más duros de tu vida donde trabajas tu autoestima, tu fuerza de voluntad, tu capacidad de organización para que la rutina que llevabas antes no te termine de matar. Huyes de lo que antes te generaba placer y te alejas de aquello que te hacía daño. Te propones nuevos retos y nuevos patrones de comportamiento para seguir hacia adelante. Refuerzas tus vínculos con lo que te hace mas fuerte y trabajas codo con codo con tu mente para alcanzar la estabilidad emocional que has perdido. Al final quedas tú en ese retrato como único protagonista de esta historia y aprendes a convivir contigo mismo erigido victorioso sobre el fango de tu pasado pisando con mucho cuidado.

Si hay algo que he aprendido durante estos años tan desagradables, es que todo lo malo pasa, y por suerte, cada palabra que me ha marcado ha acabado tatuada en mi piel para recordármelo cada día que pasa esos temblores, taquicardias, mareos, náuseas y sobre todo frío, mucho frío,

Así que, si tienes cualquier duda, temor, inquietud o lo que sea, habla por favor, HABLA! Cuéntaselo a tus padres, a tus amigos, a tu amante, busca ayuda y haz algo por ti. Hazte fuerte, pelea en tu cabeza, sal a la calle y sal de ese agujero. Escribe (como yo), ríete (como yo), canta (nop), baila (como yo), colorea (como yo), medita (como yo), hay miles de cosas que hacer, la vida es maravillosa y hay miles de cosas bonitas que hay que disfrutar y yo personalmente no me quiero perder ni una.

¿Te apuntas?

HAVE HOPE.