El otro día publiqué este tweet:

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Y lo escribí con total convencimiento, porque llevo escribiendo aquí desde diciembre de 2014 y ahora peso no diez sino ¡once! kilos menos que cuando publiqué mi primer artículo.

Una de las críticas más compartidas para desmontar el movimiento body positive, en el que se inscribe la temática de la web que aquí estáis leyendo, es que «sacar gordas contentas es fomentar la obesidad y la obesidad es un problema gordísimo porque vamos a morir todos».

Pues mira, sí. La obesidad es un problema bastante grave, tanto es así que muchos científicos la consideran una epidemia, por el crecimiento exponencial de personas afectadas. Pero mira, no. Sacar gordas contentas no es fomentar la obesidad, si no todo lo contrario: es normalizarla para poder aceptarla, requisito indispensable para empezar a luchar contra ella.

Empecé a escribir en Weloversize después de aceptar que tenía un problema y después de tomar la decisión de que quería enfrentarme a ese problema y solucionarlo. Supongo que se sobrentiende, pero por si acaso voy a aclararlo: Weloversize no es La Biblia y no me ha dado las claves para combatir mi obesidad. Escribir en Weloversize no es el remedio para dejar de ser obesa. Mis problemas de salud los pongo en manos de médicos, como es lógico.

Lo que me ha dado Weloversize es «otra serie de cosas» que han sido fundamentales para mí: la normalización de mi obesidad. Ser obesa no es peor ni mejor que haberse roto una pierna, ser ciega, o tener un riñón trasplantado. No soy un bicho raro por ser obesa ni soy mejor ni peor que nadie por pesar ciento sesenta y tres kilos más de lo que debería. Soy una persona normal que padece una enfermedad normal, ni me tuvieron que poner en cuarentena ni fueron a buscar una vacuna a Boston, y que, como es muy normal, quiere ponerle remedio.

En Weloversize es normal ver fotos de gente con sobrepeso, es normal hablar de los problemas que acarrea el sobrepeso, es normal incluso reírse de las situaciones que viven las personas con sobrepeso, y es normal decir «gordo», «gorda», «obesidad» con total normalidad. Normalizar una situación que durante mucho tiempo ha estado estigmatizada no es hacer apología, es normalizar una situación que durante mucho tiempo ha estado estigmatizada. Cuando hace veinte años Tom Hanks ganaba un Oscar por la película Philadelphia no estaba diciéndole a la gente «¡¡por favor, tened sida!!» sino «por favor, dejad de condenar a los enfermos de sida y de tratarlos como culpables de su propia enfermedad». Hacer películas sobre el problema de tener sida no defendía la enfermedad, sino que la daba a conocer, la normalizaba. Crear una página web para mostrar al mundo que la gente está gorda no defiende la obesidad, sino que quiere dar a conocer un problema muy complejo que afecta a millones de personas, para ayudar a esas personas a no sentirse raras y a coger fuerzas para acudir a un médico y trabajar en su recuperación.

Cuando empecé a escribir en Weloversize, en diciembre de 2014, yo pesaba 115 kilos. En diciembre de 2015 (un año después, ni más ni menos, porque coger al toro por los cuernos no es tan fácil como parece) la terapia comenzó a funcionar y ahora peso 104. Evidentemente, me queda mucho camino por recorrer, pero lo «más gordo» (jajá) ya ha pasado. He pasado de ser una persona que se sentía insegura, desesperada, débil e incapaz, a ser una gorda contenta que se ha animado también a enseñar sus carnes morenas siempre que tiene ocasión. Vamos, que la apología de la obesidad a la que me he visto sometida durante todo este tiempo mientras escribía mis (excelentes) artículos para Weloversize me ha sentado tan divinamente que seguramente mucha gente, después de leer este artículo, se quede con que peso 104 kilos y estoy destrozándome viva en vez de entender que pesar 104 kilos no es un problema cuando ya le has puesto solución, y que precisamente por haber podido solucionar mi problema ahora estoy TAN ANCHA.