En los libros se narran vida y milagros de personajes históricos, se cuentan sus guerras y batallas, pero nadie habla nunca de la batalla de las tallas.

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Una batalla que luchamos a diario miles de personas de todo el mundo desde hace siglos. ¿Por qué tiene que haber cánones? Seamos sinceras, igual de mal es ser gordofóbico que flacofóbico. Se debería ser salufílico. Amar lo saludable. Y sí, a todos nos encanta la salud y sabemos más o menos cual es nuestro peso ideal (¡de acuerdo a la salud, ojo!) y muchos nos pasamos la vida intentando encajar en esos kilos que más o menos se consideran aceptables.

No hay que pasarse de gordo ni de flaco, hay que estar sano. Pero si fumas, no hay problema. Si bebes y tu hígado esta para que lo tiren a la basura, no pasa nada. Si no eres estable emocionalmente, no hay de qué preocuparse.

El peso de la conciencia social solo caerá sobre ti en lo que se refiere a tu condición física. Da igual que comas basura y estés podrido por dentro por fumar y beber, porque tienes un peso estándar, una talla estándar.

Lo siento, mundo: si una persona puede hacer lo que le dé la gana, aunque perjudique su salud (fumar, beber) y nadie se mete con ella, tampoco deberíamos decir nada a las personas que no encajan en determinadas tallas, bien sea por demasiado delgadas o gruesas (No pretendo meterme ni con el tabaco ni el alcohol ni con las personas que lo consumen, es sólo un ejemplo).

La batalla de las tallas la libro todos los días: Soy una mujer de 24 años que mide 1.65 y usa una talla 52-54. Y no compro ropa por Internet ni por catálogo. Es decir: Tengo que ir a tiendas físicas. De esas que en una parte del cristal anuncian que tienen disponibles tallas desde la 38 a la 54. En mi pequeña ciudad, conozco tres cadenas tiendas que tienen ropa para mí: Festa, Pilar Prieto y Punto Roma. Es posible que haya alguna tienda de barrio que traiga tallas grandes, pero son difíciles de encontrar, tienen poco género, suele ser para señoras de avanzada edad y los precios están por las nubes. Así que mi vida se resume a esas tres tiendas, y en general se limita a FESTA. Ropa de talla 50 o 54 (con un corte de señora) a precios de tienda normal.

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¿Es justo que debido a la gordofobia y mi escaso nivel económico mi vida se reduzca a una sola tienda? Yo creo que no. Y aun así agradezco su existencia, pues sé qué hace 10 años el mercado estaba peor.

Mientras tanto seguiré librando mi batalla particular, con mi peso de tres cifras a la izquierda de la coma, mi metro sesenta y cinco y mi talla cincuenta y cuatro.

Rosario Galbis

 

En las fotos: Courtney Mina