Si ya lo decía Yoda, “el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento, el sufrimiento al lado oscuro”. Y aunque todo sería más fácil con un maestro verde, enano y con problemas sintácticos, a veces nos encontramos solos ante el peligro en situaciones que sacan nuestra mala leche.

Vamos a aprender a controlar la ira antes de que ella nos controle a nosotros. Si esperas leer el artículo y automáticamente convertirte en una persona “zen”, para aquí y cierra la pestaña. Esto requiere tiempo, paciencia y esfuerzo.

En primer lugar, ¿qué es la ira?

La ira es una emoción humana básica, es decir, algo normal y sano en su justa medida. El problema viene cuando se descontrola, domina nuestro pensamiento y nuestro comportamiento, y empieza a causar problemas personales, sociales y laborales.

Podemos afrontarla de distintas formas. La más común es reprimiéndola, es decir, pensando en pajaritos y flores para no gritarle cuatro cosas al primero que pasa. El problema es que esa ira que no sacas se queda dentro provocando pensamientos negativos, sensaciones angustiosas e incluso problemas de salud (hipertensión, estrés, ansiedad, etc.). Otras veces la expresamos, pero no como deberíamos. Una respuesta agresiva, es decir, criticando, insultando o gritando, no va a resolver el problema, como tampoco lo hará una actitud pasivo-agresiva.

La mejor estrategia es una respuesta asertiva, es decir, expresando nuestras convicciones y defendiendo nuestros derechos sin agredir ni faltar al respeto a los demás. ¿Cómo lograrlo?

Aprende a controlar la ira

El primer paso es reconocer el problema. Si cuando te enfadas pierdes el control, dices cosas de las que luego te arrepientes y acabas sintiéndote más mal que bien, tienes un problema. Si, por el contrario, te lo callas todo y acabas sintiendo una angustia enorme en el pecho, también tienes un problema.

  • La relajación

Cuando te encuentres en una situación tensa, respira profundamente usando el diafragma. Si es necesario, date autoinstrucciones como por ejemplo “venga, tranquilízate, no pasa nada, respira hondo”. También puedes pensar en cosas relajantes como una canción que te gusta o un recuerdo bonito.

  • La reestructuración cognitiva

El objetivo es cambiar nuestra forma de pensar, ya que cuando estamos cabreados a menudo adoptamos creencias irracionales, absolutistas y sesgadas.

“Es que todos están en mi contra.”

“Es que este tío lo hace siempre todo mal.”

“Es que mis amigos siempre me dejan de lado.”

¿Te suenan de algo estas frases?

A lo mejor estás analizando la situación con las gafas de la ira, que nos vuelven un poquito torpes y hacen que solo nos fijemos en los detalles malos. No pierdas los papeles, estudia la situación de forma racional. Imagina que todo se trata de una película, o incluso que en tu situación se encuentra esa persona que tanto te cabrea. Analiza sus motivos, ponte en su lugar, y deja las emociones un poquito de lado.

  • La comunicación

Cuando nos enfadamos actuamos de forma impulsiva y muchas veces acabamos arrepintiéndonos. Si te encuentras en una discusión y empieza a subirse el tono, echa el freno. Deja que se exprese y dile que en ese momento prefieres no seguir con la discusión porque necesitas aclarar tus ideas. La situación parecerá diferente mañana, y aunque sigas de mala leche, tendrás más calma. Entonces podrás seguir con la conversación, pero tan importante como expresar tu enfado y tus opiniones, es escuchar las de la otra persona. Dirá cosas que no te van a gustar, pero en vez de responder a la defensiva para hacerle daño, intenta hacer autocrítica y proponer una solución.

  • Buscar soluciones

Solucionar un problema requiere de autocrítica y paciencia, pero muchas veces nos esforzamos más en mantener vivo el enfado. Si algo tiene remedio, búscalo porque de nada sirve quedarte mirando, pasándolo mal y esperando a que se arregle por ciencia infusa. Si no hay solución, adáptate a la situación, aprende a vivir con ello y pasa página, que dar puñetazos al aire agota mucho.

Algunos consejos…

  • Si la situación es evitable, evítala. Si sabes que ver fotos de tu ex con su nueva novia te cabrea, deja de seguirle en Facebook. Eso sí, de nada sirve evitar la situación si no superas el problema, así que coge este consejo con calzador y solo para cosas concretas.
  • Identifica las cosas que te cabrean para actuar con antelación. Si sabes que un compañero de trabajo te toca mucho la moral y el martes vas a tener que trabajar con él, vete mentalizándote.
  • Distánciate de la situación hasta que te calmes. Si en plena cena de Navidad tu cuñado empieza a hablar de política y se te hincha la vena, vete un momento al baño, respira hondo y vuelve con las pilas cargadas.
  • Ponte en su lugar. ¿Por qué está actuando de esa forma? ¿Y si ha tenido un día de mierda? ¿Y si se le acaba de morir el perro? ¿Y si su novia le ha dejado? Vale, eso no justifica su conducta, pero quién no ha pagado sus problemas con alguien alguna vez.
  • No tengas expectativas tan altas sobre los demás. Cada uno actúa según sus valores y circunstancias, y pueden no concordar con los tuyos.
  • La ira forma parte de ti. No podemos borrarla de nuestras emociones, y menos mal. Siempre van a pasar cosas que nos cabreen, a veces con razón. Estas situaciones son inevitables, pero sí podemos cambiar nuestra forma de afrontarlas.

Si sientes que la ira controla tu vida y eres incapaz de ponerle remedio, pide ayuda. Cuando esta emoción se vuelve patológica y empieza a afectar a nuestra vida social, laboral y personal, un profesional de la salud mental puede ser de gran utilidad.

@ManriMandarina