“Ser padre es lo más difícil del mundo”, esto me lo dijo mi padre hace unos años. Yo no soy madre pero estoy  segura de que tiene razón. Nadie te explica cómo hacerlo, hagas lo que hagas cometerás errores y es la mayor responsabilidad que puedes tener. Eso sí que es un trabajo y no el que te paga el alquiler. Los padres son los responsables de que un niño esté bien. Son responsables del adulto en que se convertirá. Deben atenderle, protegerle y hacer que esté sano. Sano física y emocionalmente.

Ese niño, con sus vivencias y sus emociones, pasará a ser adolescente. Y tras esa etapa, se convertirá en adulto. Son muchas las cosas que pueden influenciar en un niño. Pero  su autoestima y aceptación están ahí. Por eso, me horroriza que haya niños que, desde muy pequeños, se sientan presionados por su peso o su talla y, muchas veces, desde su propia casa. Desde luego, la salud física es fundamental, un niño o una niña deben tener un desarrollo correcto, pero también se debe pensar en lo que algunos niños y adolescentes escuchan, perciben y cómo les afecta.

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Por ejemplo, la ropa se clasifica por tallas, vale.  Y un niño o niña no tiene por qué llevar la misma talla que llevan sus compañeros. Puede ser el más alto de la clase o puede aparentar dos cursos menos. Hay niñas que se desarrollan antes y niños que son los más bajitos hasta bien entrada la adolescencia. Las tallas sólo son la forma en que se clasifica los tamaños de las prendas. No es más. Pero un niño no tiene por qué entenderlo así y puede hacer que empiece a sentirse mal y más si escucha comentarios al respecto.

He visto a padres comentar con otros adultos y delante de sus hijos las dietas que les imponen a los pequeños, lo grandes que están o las tallas que llevan. También están las señoras que se acercan al niño a decirle lo “gordito que está”,  “qué guapa estás ahora que has adelgazado” o “para tu edad deberías estar más delgada”. ¿Acaso piensan que como no es un adulto no le duele o no le va a afectar? Al revés, un niño no tiene la misma experiencia, vivencia o recursos que un adulto. Puede que un “simple” comentario le duela mucho más que a un adulto que sabe cómo reaccionar. Veinte años después, todavía me acuerdo de ese niño horrible que me decía fea y rara o de comentarios poco afortunados acerca de mi físico.

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Además, en la adolescencia, cuando empiezas a desarrollarte, lo que menos te apetece es que venga alguien a nombrarte esas caderas que te están apareciendo o los mil cambios por los que tu cuerpo está pasando.

Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, casi la mitad (46%) de las adolescentes españolas  de 15 años cree que está demasiado gorda. ¡La mitad! Y, según el estudio, sólo sufren de obesidad o sobrepeso el 16% de ellas.

¿Qué mensajes les están llegando a los niños? ¿Desde cuándo llega la presión? Y muchas veces esto llega desde casa o su entorno más cercano. La salud no sólo es controlar la báscula de los más pequeños. También es cuidar lo que ese niño o adolescente está sintiendo, es la base de la persona en la que se convertirá.

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Fotografías: ‘Little Miss Sunshine’ (Deep River Productions)