¿Alguna vez has querido hacer algo pero el qué dirán te ha echado para atrás? Entonces conoces la presión social.

Lo socialmente aceptable es algo muy subjetivo, varía en cada cultura e incluso en cada grupo social. Para algunas personas fumar está mal visto, pero otras lo consideran un requisito indispensable para ser “guay”. Tendemos a imponer nuestras creencias sobre todas las cosas, olvidamos que las opiniones son como los culos, e inconscientemente damos pie al fenómeno de la presión social.

Cuando nos alejamos de las expectativas de la gente, algunos intentan reconducirnos al “buen camino” mediante el rechazo, la amenaza, las críticas, el sarcasmo o directamente ignorándonos. Estas situaciones se graban en nuestro cerebro, y automáticamente nos agobiamos cuando se produce un conflicto entre lo que queremos ser y lo que los demás quieren que seamos. Con el tiempo empezamos a sentirnos pequeñitos y dejamos de hacer lo que realmente nos apetece para encajar en el molde que nos han impuesto.

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¿Cómo podemos escapar de la presión social?

Antes de nada debemos tener en cuenta que no va a ser fácil y que habrá personas que desaparecerán al darse cuenta de que no pueden manipularnos más, pero a la larga lo agradeceremos.

  • No se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría

Nos presionamos intentando encajar en el molde de la mayoría, pero la mayoría, muchas veces, no sabe por qué piensa o actúa así. Gran parte de la sociedad está adoctrinada, las personas influyentes imponen ciertas ideas y actitudes que a menudo nadie se para a cuestionar. Simplemente las siguen y esperan que tú hagas lo mismo.

Unas medidas de 90 – 60 – 90 son la perfección.

Los hombres de verdad no lloran.

Todos los gordos son simpáticos.

Si es árabe es musulmán.

Fumar es sexy.

Los hombres siempre están pensando en sexo.

Como empecemos a dar ejemplos no acabamos. Son ideas muy extendidas y a menudo estereotipadas, pero no por ello son más válidas que las que puedas tener tú.

Siéntete orgulloso por el mero hecho de haberte atrevido a pensar por ti mismo, por ser curioso y valiente. Mejores o peores, acertadas o no, tus opiniones son tuyas.

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  • Evita las actitudes dañinas

La presión social puede aparecer disfrazada de críticas, miradas de superioridad, comentarios sarcásticos, risas, mofas, etc.

Para acabar con estas situaciones tan nocivas es necesario cortar el problema de raíz, a menudo no basta con ignorar las malas caras y los comentarios de la gente tóxica. Habla con ellos, explícales cómo te sientes y pídeles que paren, tal vez no se hayan dado cuenta del daño que te están haciendo con esa actitud. Si te valoran de verdad te pedirán perdón por haberte hecho sentir así y dejarán de lado ese comportamiento.

Si aun así siguen presionándote de esa forma debes alejarte de ellos, no necesitas esa negatividad en tu vida. No dudes en hablar con tu jefe o tus profesores, y si la cosa se pone seria (acoso, insultos, amenazas o extorsión) denuncia.

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  • Mientras tú sepas quién eres, no habrá nada que demostrar a los demás

No estoy descubriendo América si digo que dependemos demasiado de las opiniones ajenas. Esperamos que los demás nos definan y que aprueben nuestro comportamiento, necesitamos que nos den “me gusta” para gustarnos a nosotros mismos, y nos paralizamos ante el más mínimo gesto de rechazo.

Cuanto más sana esté tu autoestima, más fuerte patearás a la presión social. Es fundamental emplear tiempo en conocernos bien a nosotros mismos, saber cuáles son nuestros defectos y nuestras virtudes, y querernos tal y como somos.

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  • Rodéate de personas que sumen cosas positivas a tu vida

La vida sería muy aburrida si todos fuésemos iguales. Rodéate de personas que sean diferentes, da igual si dicen blanco o negro, con que puedas ser tú mismo con ellas basta. Personas que te respeten, que te lleven la contraria sin herir tus sentimientos, que no te echen en cara tus errores, que celebren contigo tus aciertos. Personas que te quieran como eres, que te apoyen, que te hagan más fuerte, que sumen cosas positivas a tu vida.

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Si quieres ser feliz, empieza por ser tú mismo.