Cuando escuchamos la palabra «vigorexia», instantáneamente viene a nuestra mente la imagen de un hombre hipermusculado, una especie de culturista que hace vida en el gimnasio y cuyo cuerpo refleja su obsesión. A diferencia de lo que muchos piensan, y tal y como sucede con otros trastornos de la alimentación y de la imagen corporal, no es necesario llegar a ese extremo para que la enfermedad este presente.

La vigorexia, también llamada distrofia muscular o complejo de Adonis, es un trastorno que, al igual que la anorexia y la bulimia, afecta a la imagen corporal de quien la padece y trastoca sus hábitos comportamentales, incluyendo la alimentación. Su prevalencia es de 10 hombres por cada mujer, por lo que se suele generalizar al sexo masculino al hablar de esta enfermedad. Quien padece vigorexia se ve a si mismo «excesivamente delgado y con poca masa muscular», y con la intención de ganar cuerpo realiza ejercicio físico de forma incesante y desmesurada, sustituyendo todos los alimentos grasos por proteínas e hidratos de carbono de forma perjudicial para la salud. Con frecuencia, las víctimas de la vigorexia recurren al abuso de complejos proteicos y anabolizantes para ganar masa muscular, convirtiéndose estas sustancias en uno de los mayores riesgos para la salud del paciente.

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Causas

La vigorexia se relaciona a menudo con el trastorno obsesivo compulsivo, aunque hay numerosos factores que contribuyen a su aparición. Algunos son el bullying durante la infancia y adolescencia, haber crecido en un entorno disfuncional, un excesivo perfeccionismo, problemas de tensión emocional y, sin duda, la peligrosa influencia de «la cultura de la belleza».

Mientras que a las mujeres se les presiona para que adelgacen y mantengan un cuerpo «fino» fiel a los cánones de belleza actuales, los hombres presencian a diario que la imagen musculada, definida y hercúlea es el prototipo ideal. Henry Cavill, Ryan Reynolds, Jamie Dornan, o Chris Pratt, que tuvo que seguir una durísima rutina de ejercicios para encajar en el papel de «tío bueno» de Hollywood, son ejemplos del cuerpo perfecto masculino propio de la industria mediática, y esa presión social acaba pasando factura.

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Síntomas

  • Programa de entrenamiento ininterrumpido y excesivo

La rutina de las personas con vigorexia se centra en los ejercicios de musculación, concretamente en el levantamiento de pesas con el fin de aumentar la musculatura. Estos ejercicios persisten incluso si hay lesiones físicas, y suelen implicar el abandono del trabajo y de las obligaciones familiares.

  • Obsesión con el ejercicio

Siempre se presenta una obsesión con el ejercicio físico, con una preocupación excesiva que roza la ansiedad cuando no está en el gimnasio. Este estado de nerviosismo afecta al resto de ámbitos de la vida, incluyendo el trabajo, el ocio, la familia, la pareja, etc.

  • Dietas muy estrictas

Al igual que en la anorexia y en la bulimia, las personas con vigorexia quieren eliminar la grasa corporal, pero estos últimos pretenden sustituirla por músculos tonificados. Para ello suprimen los alimentos grasos de la dieta ingiriendo una excesiva cantidad de proteínas e hidratos de carbono, a menudo implicando carencias nutricionales serias.

  • Obsesión con la imagen

Mirarse al espejo constantemente, hacer fotografías de su cuerpo para compararlas con imágenes de culturistas sacadas de internet, pesarse varias veces a diario o controlar las medidas del cuerpo, son conductas muy comunes en los vigoréxicos. Esta obsesión con la imagen corporal aparece asociada a un descontento con la misma ya que jamás observan «avances» en su cuerpo, las personas con vigorexia siempre se ven imperfectas.

  • Abuso de drogas

Frecuentemente, las personas con vigorexia recurren a anabolizantes y drogas derivadas de la testosterona para estimular el desarrollo muscular.

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Consecuencias

  • Músculos, articulaciones y tendones dañados.
  • Problemas de autoestima.
  • Depresión, ansiedad y suicidio.
  • Dificultad en las relaciones sociales.
  • Problemas en el trabajo o en los estudios.
  • Tensión emocional, problemas para relajarse.
  • Efectos de los anabolizantes y otras drogas derivadas de la testosterona: impotencia, acné, aumento de las glándulas mamarias, alopecia, cambios de humor, problemas cardiacos, mal funcionamiento de los riñones, y síntomas depresivos y/o psicóticos.

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Tratamiento

El tratamiento de la vigorexia engloba terapia psicológica, atención psiquiátrica sin o con psicofármacos si es necesario o hay comorbilidad con otros trastornos (depresión, ansiedad, etc.), grupos de apoyo -cada vez más gimnasios se suman a la lucha contra la vigorexia creando grupos y sistemas de detección- y, lo más importante, el apoyo de los seres queridos.

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Si sospechas que padeces vigorexia o que alguna persona de tu círculo la sufre ponte en contacto con tu médico para que te remita a un psicólogo y un psiquiatra especializados en trastornos de la conducta alimentaria y la imagen corporal.

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