Cuenta la leyenda que las gordas se casan con el primero que cazan para que no se les escape, porque son tan inseguras que piensan ¿quién me va a querer si no? Y también cuenta la leyenda que no nos fijamos en nada más, ni el físico ni el carácter ni nada de la otra persona, porque ¿que más da si soy gorda y a él no le ha importado? Pues entonces a mi menos ¿no? Se lo paso porque me aguanta y ya. Puede hacer conmigo lo que quiera mientras esté conmigo.

Pero no, la leyenda ya no existe, o al menos no tanto como antes. No somos solo gordas. Somos mujeres decididas, con valores, inteligentes  y, aunque nos guste maquillarnos o llevar esa prenda tan divina, no le damos la importancia al físico que le dan otros, porque nosotras, a diferencia de esos otros, somos felices tal cual. Y claro que tenemos complejos, pero a lo mejor son unos complejos que no entenderían, porque los otros pensarán “claro, tienes complejo de ese barrigón colgandero, o de ese culo a lo Nicki Minaj.” Pues no, lo más probable es que tengamos complejos más reales. En mi caso, por ejemplo, tengo complejo de mis pies, y son normales, pero como no me gustan los pies en general, pues es normal. O tengo una amiga que su complejo son las manos, las considera pequeñitas para lo que es ella de alta. Los considero complejos reales, no porque sea verdad que mis pies sean horribles, o las manos pequeñitas, si no porque es algo que sabemos que no podremos cambiar, estos son mis pies, mis manos, y ahí estarán siempre, no hay nada que hacer. Pero tener barriga, culo, muslos, caderas, tobillos gruesos, eso, si lo pensáis bien, tiene arreglo, ejercicio, buena alimentación y ya está. Por eso no nos preocupamos tanto de esas cosas, porque son complejos pasajeros, un día se pueden solucionar. Todo es o ponerse o quererse o ambas cosas.

Ahora mismo me quiero, siempre he sido gorda, y nunca me ha importado, pero no por eso me dejo, porque quererse es mimarse, cuidarse, cada uno en su medida y en su nivel de satisfacción. Y he tenido varias parejas, y no me he casado con ninguna ¿para qué? ¿Para tenerlo cazado de qué? Más bien me cazan ellos a mi, que siempre voy a la mía sin pensar en quien se fija o a quien le gusto. Porque, al fin y al cabo, el que quiere algo contigo, te acaba conociendo mejor que otro tipo de parejas. Somos sinceras y si le enseñamos nuestro cuerpo sin pudor, nos abrimos sentimentalmente más fácilmente, porque son personas que demuestran que puedes confiar en ellas.

Así tendría que ser siempre, no solo con los gordos u otros rasgos físicos que, a primeras, parece que dan rechazo a la hora de ligar. Los que valen la pena saben ver todo, no solo tu gigantesco pero tonificado culo, o esas maravillosas tetas que hemos criado.

Salir a la calle, ir a la vuestra, ser felices y cuando tenga que venir vendrá, no vayáis detrás de nadie ni cacéis al primero que se os acerque. Si de verdad os quiere, él (o ella) os lo hará saber sin pudor.

Autor: Madamme Sunshine