Lo bueno de ser una treintañera, es que cada vez tienes más claro lo que quieres y lo que te importa y cada vez te la trae más al pairo lo que pueda pensar la gente de ti, de lo que haces y de cómo eres. Supongo que esto sigue mejorando con la edad y es por eso que entiendo a mi abuela cuando veo que ya no tiene filtro alguno. Ella suelta lo que piensa sin remordimientos – ¿remordimientos de qué? Si lo pienso, lo pienso. – gracias, abuela.

Miro hacia atrás y recuerdo a esa Laura de hace 10 años, que aunque muy madura para unas cosas, tenía mil y una inseguridades más o menos absurdas. Lo sé. Como todos. Pero el caso es que es bastante reconfortante ver como ahora muchos de los problemas-del-primer-mundo que me agobiaban hace unos años, han dejado de preocuparme y, es más, me esfuerzo por normalizarlos y no por esconderlos. Que ¡oye! aquí cada uno con sus rarezas y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra…

Pues bien, en este post lo que quiero defender es el derecho de todo el mundo a venir con equipaje, a sus taras y sus fantasmas, pero lo que realmente defiendo es el derecho a querer ponerles remedio y a buscar ayuda. Algo a lo que yo por otra parte le llamo crecer como persona; que sinceramente, aunque más estigmatizado…es bastante más útil que renegar continuamente o huir de ponerle solución.

Así que…lo confieso: he ido a terapia psicológica.

(Ahora es cuando me levanto saludo y todos decís…holaaaaa Lauraaaaa!)

Miento. He ido a varias. He probado y probado hasta que he dado con algo que me iba bien, que me funcionaba. Y cuando lo he encontrado lo he tomado de la mano y he dejado que me acompañe por un camino largo, pero cada vez más despejado.

Y no, no estoy loca. O no más que el resto de vosotros, amigos.

jennifer-lawrence-angry-gira la cabeza

Mi vida ha sido normal. No he vivido grandes dramas familiares ni de salud. He sido una chica normal, de una familia normal, en una ciudad normal y con problemas normales. Pero por determinados motivos x un día te rompes. Y esto es algo muy difícil de explicar a quién no lo ha vivido. Pero más difícil es entenderlo cuando nunca lo has sentido en tus propias carnes.

Y es así porque no estamos acostumbrados a hablar de estas cosas, porque no se nos educa en capacidades emocionales, y porque no se presta atención a desarrollar este tipo de inteligencia y de recursos. Porque en este mundo es secundario y porque lo importante son los resultados, ser el mejor, aprobar exámenes, conseguir un trabajo donde ganes mucho dinero, ser guapo, ser listo, ser delgado, ser perfecto… Pero nadie nos enseña a ser lo que somos: imperfectos.

En realidad ni siquiera pienso que haya que llegar a situaciones extremas para recurrir a ayuda, pero sí que es verdad que muchas veces es sólo en ese momento cuando nos damos cuenta de la necesidad de ella. Es más, creo que todo (repito TODO) el mundo tenemos algo que arreglar y algo que aprender a gestionar mejor y que nos capacitaría para ser más felices y pienso que si tenemos a nuestro alcance personas o medios que nos puedan ayudar a conseguirlo, hay que ser bastante gilipollas limitado para pensar que eres un rarito por querer hacerlo. O más bien muy ignorante.

9573053

Pongamos un ejemplo: Si tú te rompes una pierna, seguramente irás a urgencias, te verá un traumatólogo…tendrán que operarte o no, te pondrán una escayola y te darán calmantes y antiinflamatorios. Eso así, para empezar. Seguramente te toque llevar muletas unos meses, y cuando por fin te las quites tendrás que hacer fisioterapia o rehabilitación. Y nadie se sorprende. Y nadie te pregunta. Y todo el mundo lo ve normal, has tenido un problema de salud y necesitas hacer lo necesario para recuperarte.

Yo me pregunto entonces… ¿por qué no se reacciona con la misma normalidad cuando el problema que tenemos es un problema emocional o psicológico? Una depresión, un trastorno de ansiedad, una fobia social, un bloqueo emocional…son patologías, enfermedades igual que una rotura de un hueso, una operación de apendicitis, o una gripe. Lo único que cambia es que no se ven. No son visuales.

Y este estigma que parece que te persigue cuando de repente te plantean o te planteas ir al psiquiatra y/o al psicólogo y automáticamente quedas marcado como raro, problemático, desquiciado, loco…hace que muchas veces esas enfermedades o patologías se agraven y se conviertan en problemas mucho mayores.

Y ya ni te cuento si por razones x en algún momento has tenido que recurrir a una u otra pastillita (no siempre necesarias, pero a veces imprescindibles).

 Y es que resulta que todo el mundo entiende que un diabético tiene que pincharse insulina de por vida y que alguien con asma deberá ir siempre acompañado del famoso Ventolín, además de tener que tomarse cada día sus corticoides o medicamentos necesarios para tratar su enfermedad…o que quien tiene un problema de anemia, tendrá que tomar suplementos de hierro…pero ¡ay madre! ¡si tu problema es sufrir un deficit de serotonina! Entonces no, eh? entonces las pastillitas dan mucho miedito y son malas, malas, malas y ¡uy! si tú las tomas es que no tienes la suficiente fuerza de voluntad para luchar con tus problemas. Eres un débil! Eres un flojo! No lo intentas lo suficiente! La culpa es tuya: malo, malo, malo!! hhhhhmmmm!!!

¡JA! Ojalá nunca os veais en una de esas…

Señores: un psiquiatra es un médico especialista que trata un tipo de enfermedades que se pueden abordar desde el punto de vista biológico (fármacos, etc) y desde el punto de vista de la psicoterapia, donde también intervienen los psicólogos. Y muchas veces la combinación de ambos. Depende del caso y de muchas cosas, pero yo no soy ni psiquiatra ni psicóloga como para daros aquí una master class sobre el tema. Lo que tampoco es mi propósito.

Sin embargo, durante mucho tiempo esto era algo que oculté…por vergüenza, por inseguridad, por…no lo sé, pero es algo que siplemente no dices. Hasta que un día dejé de querer esconderlo. Tampoco es cuestión de ir gritándolo a los cuatro vientos, pero sí que es algo que no es necesario ocultar y que jamás nos tiene que avergonzar. Vergüenza ¿de qué?

betty-deal-with-it

Ya os digo desde aquí que si por mi fuera mandaría a casi todo el mundo a terapia psicológica a que arreglara un par de cosas, porque como ya dije todos, absolutamente todos…tenemos algo que aprender sobre nosotros mismos y sobre la gestión de nuestras emociones.Eso sí que lo tengo clarísimo.

Imagen destacada: Klinko.