Últimamente se están haciendo fuertes un grupo de madres coraje que, lejos de defender amores platónicos e incondicionales por sus hijos, hablan de la realidad de ser madre. Bien por ellas. Sin duda.

Supongo y no creo errar, que antes de ser madre, han debido ser hijas. Quizás alguna nació ya madre, o no sabía qué era hasta que lo fue, de sorpresa, sin pensarlo, a lo loco… Pero me atrevería a decir, que todas han sido hijas antes. ¡Qué digo! Un all in a que fueron hijas #ApostandoFuerte #SúperLoquis #MeLaJuego

Yo solo pertenezco al grupo de las que han sido hijas. Y mucho se tiene que torcer la cosa, para que acabe siendo del otro bando. Soy muy fiel a mis grupos y no abandono así como así, qué se le va a hacer. He sido hija de una madre. De hecho sigo siendo hija y lo voy a ser siempre. Es cargo vitalicio.

Soy hija de una madre olvidadiza. Están las madres primerizas, que son las que estrenan cargo; las madres parejiles, que son a las que les dan pánico los hijos únicos; las madres experimentadas, con tres o más a su cargo en tiempos pautados, pensados, decididos y ajustando que le valga la ropa del primero a todos ellos casi sin que se pase de moda; y por último, las madres olvidadizas, que son madres experimentadas pero que en el último momento, con todo hecho en la vida, pautado y meditado y con toda la ropa remendada pero habiendo sobrevivido todos los sietes, parches y bajos metidos y sacados… zasca! Se les cae un retoño encima.

Mi madre es de estas últimas. Con la vida hecha, con tres criaturas casi con pelo en todos sus genitales y que entre ellos se llevan 20, 32 y 22 meses respectivamente, llego yo. 15 años después del primer parto  9 después del último… Pastelón. Porque soy dulce y esponjosa como un red velvet, todo hay que decirlo.

Creo que si mi madre no fuera la viva imagen de la Sra. Cooper (madre del personaje televisivo Sheldon Cooper de “The Big Bang Theory”) que cree ciegamente que todos sus males serán recompensados en la vida eterna, yo no estaría aquí. En algún momento se lo habría pensado mejor.

Sin ser extensos en el tiempo, que no tenemos nadie demasiado, os resumo: es una autentica mierda. Tengo maravillosos recuerdos tales como:

(intro modo dramático de preadolescente lacrimógena desconsolada que no ve solución a la vida)

  • “Mamá! Me gusta un chico y yo no le gusto a él! Ay! Qué dolor!”
  • “Uhhhh… Esto ya lo pasé con tus tres hermanos ehhh… Es una tontería. Ya se te pasará.”

En fin… Me quiere, la quiero, quiero a mis hermanos, quiero a mi padre… Nos hemos acostumbrado, supongo. Mi familia está bien. Y nos reímos, nos gritamos y nos todo, como en todas partes. Pero es cierto. Siempre he sentido que yo no era algo esperado, ni deseado, soy algo “aceptado”. A mis hermanos siempre les hice gracia. Cuando nos veíamos, claro. No os voy a contar las ganas que tiene alguien de 20 años de jugar con un moco de 5… O uno acariciando su mayoría de edad u otro con su adolescencia… Mis hermanos molan y ser la pequeña tiene más ventajas que el club Carrefour. Sí. Está bien.

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Pero sé que mi madre se resignó a mí. Y que soy un instrumento, una herramienta, un fondo de pensiones que le garantizará unos brazos más jóvenes en su ancianidad. Ahora que soy un poco más mayor siento eso. De pequeña solo confusión. De adolescente rabia (como todos los adolescentes oiga, que todos hemos sentido que le mundo nos odiaba y conspiraba contra nosotros), de joven indignación y ahora solo tristeza y “aceptación”.

Queridas madres que habláis de la que se os ha venido encima por tener un hijo, de las que os falta calidad de vida, de las que pensáis que estabais mejor antes… Es cierto, pero ninguna de vuestras “cargas” ha decidido vivir para serlo y para fastidiaros la vida.

La maternidad y la paternidad exige una madurez brutal, un ejercicio de responsabilidad inmenso y unas ganas de compartir amor para las que muchos no estamos preparados y NO PASA NADA. Una, familia no debería ser el camino que nos suena que la vida ha de seguir. Piensa, reflexiona y pide orientación familiar, vital, existimos las psicólogas! Busca una, dos… Antes de “cargarte” una vida sobre tus hombros.

Por supuesto apoyo a esas madres que están contando lo que es realmente la maternidad y a esos padres agobiados que no saben por dónde va a salir el sol y lo dicen abiertamente. Y me duele infinito que esto en las mujeres sea entendido como grosero, falto de tacto, empatía y mil cosas más, porque por muy maravillosas que seamos las mujeres, somos personas. Como los hombres. Ni más ni menos. Y sin embargo que una madre no se sienta madre se vuelve imperdonable, mientras que de un hombre no se espera ni que sienta (pobres vosotros amigos, que no os dejan ni sentir). Gracias a esas madres que están creando conciencia mi trabajo con familias es mucho más fácil, porque os aseguro que es un verdadero esfuerzo hablar de educación con padres y madres sin que se sientan juzgados, o que una no entiende nada o que siendo madres y padres no pueden sentir determinadas cosas. Pero una vez que vuestros hijos e hijas están aquí, caminad con ellos y no a pesar de ellos.

Marta T.