Aunque la Wisconsin University no acaba de lanzarse a por el estudio, las Loversizers, que tenemos una mente mucho más abierta, sabemos que todos y todas, tenemos traumas y complejos.

No importa mucho si son físicos o de otra índole, pero existen y conviven con nosotr@s todos los días. Pequeñas o grandes cosas que se van convirtiendo en pesadas mochilas llenas de mierda que nos vemos en la obligación de llevar sobre nuestros hombros. Particularidades, dirán algunos. Aspectos identificativos de cada ser humano que nos diferencian de los otros. Whatever, cosas que, muchas veces, acaban desembocando en verdadero odio hacia nosotros.

Los complejos pueden inmovilizar a una persona válida y creativa y hacerla dudar de sí misma. Paralizarla completamente, como si al enfrentarse a aquello que rechaza de sí misma estuviera mirando a Medusa a los ojos y se convirtiera irremediablemente en un pedazo antropomorfo de piedra.

No dejaré que vuelvas a verte con buenos ojos nunca más. Ni que seas feliz.

Existen. Los complejos no son los padres, ni un personaje maravilloso creado por JK Rowling. Son reales y están ahí. Siempre lo han estado y, lamentablemente, quizá siempre lo estén. La gran pregunta es…  ¿De dónde vienen los complejos? ¿Cuál es el pistoletazo que los invita a entrar en nuestras mentes para no volver a marcharse jamás?

¿Nace el complejo con nosotros, o se hace?

Desde aquí, barajamos una serie de posibilidades para tratar de dar respuesta a éstas preguntas. Puede que nunca encontremos el meollo del problema, ¡pero eso no significa que dejemos de intentar combatirlo! ¿De dónde surgen los complejos? ¿Cuándo? ¿Por qué?

¿FUE POR ALGO QUE SE DIJO EN CASA, CUANDO ERAS PEQUEÑO?

La familia es nuestro primer grupo de referencia, las primeras personas con las que convivimos y cuya estructura imitamos hasta ser capaces de tener una características propias. Tal vez un día quisimos repetir comida en el almuerzo y nuestra madre nos lanzó esa mirada. O hizo algún comentario relacionado con que creía que ya comíamos suficiente. Sin postre. Y desde mañana, verdura. ¡Y pum! complejo, bienvenido.

Si había familiares acomplejados con cosas potencialmente hereditarias (granos, enfermedades, calvicie, retención de líquidos, sobrepeso, etc.) probablemente los habremos mamado. En casa no se habla de otra cosa y eso ha ido calando como una gota que cae de un grifo mal cerrado y poco a poco, nos llena. Se hace casi innato. Nos enfrentaremos al resto de grupos humanos con la citada mochila de mierda bien llenita de material de primera.

Y si alguien no nos ha mirado mal todavía, ¡ya nos encargaremos de contarle lo que tenemos de chungo!

¿FUE POR ALGO QUE PASÓ EN EL COLEGIO?

A todos nos ha llegado el día en que nos pesaban en la clase de gimnasia, y eso marca un indiscutible antes y después. Si empezamos la primaria vírgenes de traumas y felizmente ajenos a todo lo malo que había en nosotros, pronto nos daremos por aludidos de que el contento, se ha acabado. Las tallas del uniforme, las marcas de las zapatillas, el tamaño o color del pelo, las gafas, el aparato de los dientes…

Si había algo malo en ti y no te habías dado cuenta, ahí estaban tus compañeros del alma para enfatizarlo y acomplejarte. Insultos, canciones, burlas… todo estaba permitido para que pasaras a secundaria lleno de pavor y preocupaciones tales como qué pantalones te disimulaban el culo o qué base de maquillaje tapaba tu cutis adolescente.

Eres imperfect@. Distinto al resto. Más vale que te vayas enterando.

¿FUE ESTANDO CON TU GRUPO DE AMIG@S?

Un día fuiste de compras al lugar de moda. O al que jamás lo había estado pero era donde ibais todas. Ellas se llevaron ropa y tú complementos. Principio del fin. Cuando empieza a darnos pudor probarnos delante de nuestras amigas, no queremos ir a las mismas tiendas o pillar trapitos con ellas porque tememos el momento de comparar tallas o la forma en que las prendas caen sobre nuestro cuerpo, es porque los complejos han llegado para quedarse.

En ese temible momento, cuando miras lo que otras tienen y lo ambicionas, empiezas a minusvalorar quien eres tú en realidad. Este instante condicionará el resto de tus relaciones con tu propia aceptación, porque la primera mirada inquisidora, risita o comentario parcialmente inocente de la amiga que, por lo que sea, te gustaría ser, no se borra nunca.

¿FUE CUANDO HEREDASTE ROPA?

Indirectamente relacionado con el punto anterior. Todos hemos recibido algo de una hermano mayor o una prima. Hasta que dejaba de valernos. Entonces llegaban los comentarios comparativos de que Fulanita a tu edad aún llevaba ese suéter, ergo, te pasa algo malo si tú no puedes llevarlo. Menganita dejó de usar esos pantalones porque le asomaba la canilla, y a ti no te suben de los muslos. Drama griego.

Embrión plantado con éxito. Enhorabuena, espera usted una larga adultez donde te será inevitable desear ser como ésta y aquella, cuando realmente siendo tú misma no tienes nada que envidiarles.

¿FUE EL DÍA QUE ALGUIEN EXTERNO, TE HIZO UN MAL COMENTARIO?

Para mí, el rey de la corona. Cualquier ambiente es válido: una boda, una comunión, la visita al pueblo de Semana Santa… vale con que te pongan delante a cualquier persona de esas que Dios hizo tocapelotas porque no todos podían ser Nico Mirallegro o Ryan Gosling. Te mirará, te sonreirá, puede que incluso te de un par de besos, pero entonces dirá algo. Estás muy crecidita para lo ancho. Ya tienes edad para irte afeitando. Qué pintas que llevas… insertar aquí insulto disimulado de tu elección.

Si en casa te habían protegido y en el cole habías escapado, se acabó lo que se daba, el amable quasi-desconocido ha abierto la veda y todos los complejos se han lanzado a morderte el culo. No olvidarás esas palabras jamás, empezarás a verte diferente, a mirarte con un cinismo muy cruel.

Y no te gustarás. Y empezarás a boicotearte porque todo lo que ha dicho esa persona es más válido que lo que habías pensado de ti hasta el momento.

¿Cuándo llega el primer complejo? ¿Cuándo dejamos de ser felices y empezamos a encender luces, comprar espejos de aumento y buscarnos lo que en realidad, no queremos encontrar? Para todos hay un momento, un chispazo muchas veces temprano e inconsciente, que nos llega y nos deja a oscuras de todo lo que creíamos saber sobre nosotros.

¿Recuerdas cuál fue la raíz del tuyo y quieres contárnoslo?