No sé si me pasa solo a mi, que me rodea un ambiente un poquito hostil hacia los que tenemos algo de sobrepeso. He oído hacia mi, y hacia algún que otro gordo que me rodeaba. «¿Te gusta el Mcdonalds, eh?» o «¿Cuántas hamburguesas te comes?». O si un día te pides una ensalada o algo a la plancha, «Anda, ahora vas a quedar bien comiendo eso».

Vamos, que está claro que los gordos solo nos alimentamos de hamburguesas, donuts, bollería industrial y bebidas con gas. De hecho  cuando meditamos repetimos en nuestra mente «Hamburguesa ommm, hamburguesa ommm» porque no somos capaces de dejar la mente en blanco así que solo pensamos en una cosa, y es en lo único que comemos. Y por otro lado para ver si nos cae una hamburguesa del cielo. Si no podemos dormir contamos tartas, y nuestra única aspiración en la vida es zampar.

Y de jovencita me fastidiaba muchísimo, e incluso perdía mi tiempo en explicar, que me gusta la verdura, la fruta, y que voy a comer comida basura como máximo una vez al mes. Y que ando a diario más de una hora… Pero harta de miradas inquisitorias, o risitas irónicas, decidí que ya no iba a contradecir a nadie más. Y como gorda tocapelotas que soy, vi que jodía mucho más que dijera que me alimentaba de basura, que lo negara. Y me metí tanto en mi papel, que me hice una sesión de fotos comiendo hamburguesas.

Y me he hecho unos pósters muy bonitos que adornan la escalera de mi casa. De mi misma zampándome una hamburguesa, y monísima de  la muerte (¡Porque he quedado estupenda, vamos!). Y ahora cuando me dicen «¿Pero comes mucho?». Respondo «Sí, básicamente me alimento de comida basura, no sé como estoy tan delgada». Y si la siguiente pregunta es, esa que se preocupa tanto por ti  «¿ Y sabes que es malo para tu salud?». Mi respuesta es «Tranquila, si sufres por el gasto que pueda hacer a la seguridad social, me pago una mutua privada, y con mis impuesto podrán curarte a ti mejor». Y así normalmente se acaba la conversación sobre qué como, y cuánto me queda para que mi pobre corazón explote.

 Yo soy borde porque el mundo me ha hecho así, porque me agobia tanta preocupación por lo que como, y por mi salud, sé que me lo dicen porque son tan buenas personas que les preocupa enormemente mi muerte, y quizás porque sufren de que haya una menos cotizando en este país, pero oye. Solo soy una pobre gorda comedora compulsiva de hamburguesas, tampoco se me puede pedir mucho.

A lo único que puedo aspirar es que el publicista de esta cadena de comida rápida las vea, y decida quitar al puñetero payaso (que es horroroso y está pasado de moda), y ponerme a mi en su lugar.

Así es  que, si los que me critican tienen lo que hay que tener, que se hagan una burger sesión como yo, a ver si tienen narices de salir tan guapas (Aunque en alguna me haya quedado el flequillo abierto).

Fotos Janine Garrell Perales.