Siempre he pensado que las críticas tienen que ser constructivas, no destructivas. Cuando alguien te critica por el mero hecho de hacerte daño, y más aún si ese acto lleva consigo un insulto, duele. Y duele porque quieren que duela. Porque la persona que lo hace necesita hacerlo para sentirse bien o, afinando aún más, para no sentirse mal consigo misma. Cuando alguien critica lo que está haciendo es echar su propia mierda sobre la otra persona. Si rascas un poquito, solo un poquito, de detrás de esa crítica asoma enseguida una inseguridad que necesitan tapar.

A todos nos han criticado alguna vez (o muchas): gordo, feo, maricón… ¿Y sabéis qué? Que tenían razón, que sí se lo estaban diciendo a un gordo, a un feo o a un maricón. Pero cuando se dice con desprecio, insisto, duele. Antes de criticar a alguien para intentar hacer daño piensa que hacerlo solamente te hace un poco más infeliz a ti, a pesar de que tú creas lo contrario, porque si de verdad fueras feliz no necesitarías criticar a nadie para hacerte sentir mejor.

La vuelta de tuerca viene cuando la crítica no tiene fundamento ninguno. Os lo voy a explicar: hace poco estuve de vacaciones con una gran amiga mía; ella vive de su físico (un físico imponente, es un bellezón, por dentro y por fuera todo hay que decirlo) y además es un personaje público. Ha participado en varios programas de televisión y por lo tanto está en el punto de mira de mucha gente. Pues bien, no os imagináis la de mensajes y comentarios que recibe criticándola por su físico: que si eres anoréxica, que si te has operado entera, que si tienes que ser tonta perdida, que si eres una yonki y por eso estás tan delgada…

Mi amiga es todo corazón y esas críticas le duelen, y mucho, aunque sean de gente a la que no conoce de nada y aunque, como os decía antes, no tengan fundamento ninguno. Y aquí es a donde quería llegar: llamar gordo a un gordo o maricón a un maricón por el mero hecho de hacer daño está mal. Pero es una crítica obvia y fácil, estamos de vuelta y media de que nos la digan, y estamos acostumbrados a ello.

Pero de lo que me di cuenta durante estas vacaciones con mi amiga es de que, cuando la gente critica a una persona aparentemente perfecta sólo para intentar hacerle daño, creemos que a esa persona le resbala porque “es perfecta”, y porque damos por hecho que tiene el ego a prueba de balas. Estamos convencidos de que está muy segura de sí misma, de que no tiene complejos y de que por lo tanto esa crítica le va a dar absolutamente igual, solamente la critican para así poderse sentir un poco menos mal consigo mismos.

A veces pensamos que las críticas hacia personas que no tienen imperfecciones aparentes son más válidas, porque total no están metiendo el dedo en ninguna llaga, no están atacando a un estereotipo de persona acomplejada. Están probando suerte con los pocos recursos que encuentran contra su aparente perfección para ver si, de repente y con un poco de suerte, aciertan con el dardo ¿Pero sabéis qué? Que esas personas aparentemente perfectas también tienen complejos, y corazón, y sus movidas, y les duele que las critiquen. Y a mí me jode, y mucho, que mi amiga, bellísima como es, me pregunte con la cabeza gacha y ojitos de pena: “Cariño ¿tú me ves guapa?”.

No critiques a las personas por su físico, incluso si es digno de envidiar. Porque los guapos, amigos, también lloran.