Hace unos años me habría resultado impensable escribir este texto, hacer explícitas mis vivencias, sacarlas del cajón del dolor.

Si lo hago, es porque hablar con mujeres que han vivido la misma situación que yo me ha dejado  muy claro: nos sentimos profundamente solas e incomprendidas en relación a este tema. Y por ello, por si eres una de esas personas, ojalá este trocico de mi te haga saber que no estás solo, en primera estancia, e incluso pueda, quien sabe, ayudarte y hacerte sentir mejor.

Históricamente, el término “mamá” va asociado al amor, al cariño, la ternura, la protección, la complicidad, el apoyo… Cuando uno piensa en ese concepto y lo cataloga con una imagen, es muy posible que piense en una mujer que sonríe a un niño, que juega con él, que lo arropa…y por eso mismo, por ser lo socialmente esperable y deseable, es un tema tabú e incómodo cuando tu realidad dista kilómetros de esa percepción. Porque no siempre las mamás miman y quieren. A veces hacen daño, muchísimo daño. A veces son malas, retorcidas, vengativas, infantiles. A veces son crueles. Y esa es una realidad difícil de soportar para una niña, y difícil también de curar para una adulta.

No todo lo que voy a exponer me ha pasado a mí de cabo a rabo, algunas son basadas en testimonios ajenos pero si que es un compendio de situaciones que de una u otra forma he vivido, y consejos que he podido elaborar en estos 28 años de vida.

  • Que resulte poco frecuente no lo convierte en imposible.

Me explico: ya desde muy pequeña me resultó evidente que las actitudes de mi madre distaban años luz de la de otras madres cercanas, pero aún así, de una forma u otra intentaba excusarla. Sencillamente, por muy obvio que sea, un niño no está programado para asumir que su madre no lo quiere, o que lo quiere de una forma muy peculiar. Y por ello me ha costado muchísimo tiempo (y terapia, sobra decirlo) asumir que mi madre fue jodidamente nefasta en muchos aspectos. Porque, es así, el rol de madre no encaja con ciertas actitudes y ciertas carencias. Pero que (por fortuna) sea un hecho poco habitual, no implica que no suceda. Y esto deriva, de manera FUNDAMENTAL, en el siguiente punto.

  • No es tu culpa.

Que mamá no te quisiera no implica, ni jamás lo hará, que no merezcas cariño. Que le desagradase tu físico no lo convierte en algo detestable. Que continuamente hiciera hincapié en lo inútil, tonta o llorona que eras no lo convierten en real. Sus desprecios o su falta de afecto no son, ni de lejos, reflejo de lo que merecías. Si durante años intentaste sin éxito conseguir un cariño que nunca llegaba…no es una cuestión tuya. Fue ella, y nunca, nunca, nunca, olvides que fue una situación completamente injusta y que el listón que ella te imponía era inexistente, y por tanto, incumplible.

Hace unas semanas una amiga que pasó por una situación tremendamente dura me confesó que durante años le suplicaba a su madre :

  • Mamá, yo quiero ayudarte a que me quieras. Pero por favor, dime qué tengo que hacer.

¿Te resulta injusto, verdad? ¿Y por qué lo tuyo no habría de serlo igualmente?

  • No esperes un cambio.

En mi caso, el aspecto que posiblemente más duro se me está haciendo es el de aceptar que ella no cambiará. Conozco casos en los que personas, ya adultas, rehacen sus relaciones y sus lazos tras un milagroso cambio en la persona que inflingió el maltrato. Pero chicas…esto es más que improbable.

Cuando una persona tiene carencias y trastornos que le han llevado a comportarse con crueldad o con falta de amor con su propio hijo, eso no suele cambiar con el tiempo. Puede que haya una mejoría en las relaciones, una avance, un poco de luz…pero es importante que asumamos que la madre que siempre añoramos tener no estuvo en su día, y no lo estará.

  • No siempre hay intencionalidad. Pero eso no le quita gravedad a tu dolor.

Hay mujeres que están, permitidme la expresión, completamente locas, y sus hijos son víctimas de su problema mental. Hay madres adictas a la droga o al alcohol. Hay madres  sádicas. Las hay incompetentes. Las hay terriblemente dañadas por circunstancias vitales. Las hay que fueron, a su vez, niñas no queridas.  Pero aunque alguna de estas causas pueda, entre muchas comillas, “justificarlas”…no quitan peso a la huella que dejaron en ti.

  • Siéntete con completo derecho de pedir ayuda.

Aquí seré breve (no os confiéis tampoco mucho, que luego sigue tocho) ;) Que esto venga de lejos, que sea un tema que has pretendido enterrar, que tu vida haya dado muchas vueltas desde entonces…no quita que sea un trauma con raíces muy viejas y profundas en ti. Y acudir a un especialista no te hace ni más vulnerable ni más débil. Te ayuda a sanar tus cimientos y a conocerte y amarte más.

  • No esperes que todo el mundo te comprenda.

Lo comentaba ya al inicio, pero este punto me parece fundamental. Cuando he tratado este tema con las pocas personas con las que he podido hacerlo (la mayoría por haber estado en situaciones semejantes), todas hemos mencionado lo solas que nos sentíamos al no poder expresarnos con libertad ni sentirnos arropadas. Me explico: para la mayor parte de personas con madres “normales” o “normativas”, este asunto resulta muy marciano. Y o bien optan por quitarle peso “mujer, como puedes hablar así de ella, QUE ES TU MADRE” o directamente les incomoda mucho y prefieren dejarlo estar. Esto es una mierda, no nos vamos a engañar, pero tú, que estás leyendo esto ahora mismo, ya sabes que no estás sola ☺

  • No te excuses en ello.

Puede parecer un poco contradictorio con todo lo que he mencionado anteriormente, pero sí, tengo que decírtelo nena: no te excuses en ello. Eres una mujer, una MUJER, en mayúsculas, y tienes el potencial de llegar donde quieras. ¿Que tu autoestima está bastante mermada? Créeme, lo entiendo. ¿Que tienes que luchar día a día con la inseguridad que mamaste? Lo sé. ¿Que esa zorra consiguió que muchas veces te sintieras menos que nada? Si, es posible. Pero tía… aunque en ese sentido las cartas nos salieran malas, la partida incluye mucho más que eso. Lucha por sanar tus heridas, busca ayuda…y a luchar. Que eres una guerrera. Pudiste con eso y podrás con mucho más.

  • Puedes ser una madre maravillosa.

Creo que un miedo generalizado entre las mujeres que hemos pasado por esto y que tenemos deseo de ser madre es el de repetir ese patrón que nosotras conocimos. El de que haya un gen maldito por algún sitio que nos haga comportarnos como lo hicieron con nosotras. Y, te lo digo rotundamente, NO ES ASÍ.  Cuando seamos madres la cagaremos, como cualquier ser humano, tomaremos decisiones equivocadas y seremos incoherentes, impulsivas y demasiado duras a veces (y demasiado blandas otras). Pero eso es así porque somos humanas. Y como tal, tenemos la posibilidad de evolucionar, mejorar, aprender y repartir amor a diestro y siniestro. No estamos condenadas a repetir errores ajenos como autómatas, ni de coña.

Varias de las madres más maravillosas que conozco tuvieron infancias muy duras, pero con tesón y con ganas han roto este vínculo vicioso que les tocó mamar y han dado infinito amor a sus cachorros. Como el que tú podrás dar, si decides tenerlos. Como todo el que mereciste, mereces y merecerás ☺

Anónimo