Una vez más y como ya hemos dicho con anterioridad Marina nos lleva locas y la amamos fuerte. Y, en realidad, no deberíamos hacerlo, porque absolutamente todo lo que hacen ella y Bast, su precioso novio, debería estar a la orden del día. Deberían estar nuestros perfiles de las redes sociales plagados de amor propio y de amor al prójimo y, sin embargo, lo que hacen ellos dos nos parece revolucionario.

Ha subido una foto en ropa interior abrazada a su novio diciendo que le da absolutamente lo mismo los comentarios que reciba, defendiendo que es una imagen preciosa y que no se le iba a dejar guardada en la galería del móvil por preocuparse del qué dirán, que su cuerpo es suyo y que las normas que lo rigen las decide ella.

Ella decide qué sube, cuándo lo sube y el por qué lo hace es cosa suya y de nadie más. Es una foto realmente bonita y si alguien se ofende o no saber ver la belleza que hay en ella, el problema no lo tiene Marina, lo tienen los ojos de la persona que la mira.

Estos dos seres son ejemplo de tantas cosas que es una pena que no tengan cien millones más de seguidores cada uno, contestan a cualquier tipo de pregunta que les hacen por las RRSS, públicas por Twitter e Instagram y a las anónimas que les llegan a curiouscat (una web echa para que la gente te pregunte cualquier cosa sin tener que poner su nombre), ahora bien, solamente lo hacen si se formula con respeto y con ganas de entender qué quieren explicar. No responden a insultos, faltas de respeto o bullying virtual, eso lo ignoran o, en su defecto, lo denuncian.

Esta pareja habla de tantas cosas necesarias, luchan por causas tan nobles, defienden situaciones que deberían estar tan normalizadas que yo de verdad no sé, no entiendo por qué los admiro tanto si en realidad su comportamiento debería estar a la orden del día, no sé por qué me sorprendo a mí misma tachándolos de valientes cuando en realidad actuar distinto debería ser considerado lo cobarde, no me cabe en la cabeza cómo pueden vivir entre críticas, insultos y qué dirán, cuando aún no he visto en ninguno de sus perfiles nada malo, de verdad que no.

Y, sin embargo, aquí me tenéis una mañana más, llena de admiración hacia ellos, dispuesta a volver a escribir y a volver a reivindicar lo necesario que es tener perfiles como los suyos a mano. Que sí, que a Marina la amamos y la queremos por su preciosa voz, lo bonito que canta y cuantísimo transmite, pero es que ella va más allá de la música, ella lucha por la igualdad en absolutamente todos los sentidos que esa palabra pueda contener.

Marina no hace nada de esto por los seguidores, por los insultos, por la fama. Marina hace esto porque es su causa, es por lo que ha decidido luchar, es con lo que se compromete y por lo que pelea día a día. Y si está en su mano cambiar un poquito del mundo subiendo fotos a Instagram e incendiando Twitter, pues lo hace y nosotras la apoyamos en cada paso. Porque de esto va Weloversize, justo de esto es de lo que hablamos: de amor, de igualdad y de respeto.

Y por mucho que se confundan, que nos confundan y que incluso nos confundamos nosotras mismas, nunca perderemos el objetivo de vista, nunca nos cansaremos de ser leones que devoran mariposas, no pararemos hasta conseguir que, de una vez por todas, se acabe el odio por el odio, los complejos sin fundamento y la falta de respeto. Marina pelea duro, nosotras también lo hacemos y tú, si no lo haces ya, también puedes empezar hoy mismo.