Me gusta maquillarme, de hecho me encanta, lo hago todos los días. Lo hago porque me gusta verme guapa, porque me siento genial pintándome la raya del ojo. El eye-liner es parte de mí, incluso, siento que es una de mis marcas personales. Lo mismo con la ropa, me puedo pasar la tarde mirando vestidos por internet y pensando cómo combinarlos. Me gusta tener un estilo determinado, me gusta llevar vestidos, nunca llevo pantalones porque no me gustan. Me gusta llevar diademas y lazos. Me gustan los lunares, el rosa y la brillantina y cada vez que veo algo con unicornios me entran palpitaciones.

¿Me hace todo esto parecer imbécil? ¿Es menos importante lo que digo si lo digo vestida con una falda de lunares y una blusita que si lo digo en pantalones y americana? ¿Te vas a tomar menos en serio mi trabajo si te lo presento con una gran sonrisa y sujetando un boli con un pato? Porque no sé si sabes que mi boli pato es lo más y escribe genial ¿Por qué iba a cambiarlo?

Así preguntado, seguramente nadie te va a decir, “sí, pienso que eres tonta y superficial” pero es algo que está latente y que podemos notar en las miradas y comentarios de la gente.

Como no soy tonta, evidentemente no me pondría mi camiseta de My Little Pony para trabajar en un despacho de abogados, pero creo que para ir a hacer unos recadillos es perfecta, así que tipa de recepción que te has quedado mirándola fijamente, te informo de que es del Primark.

Chavales que creéis que no sé qué canción es la que me estáis pidiendo cuando estoy pinchando: Sí lo sé (y no la pienso poner porque es una mierda) . Y sí, seguiré mirándome de vez en cuando en el espejo para comprobar que tengo bien pintados los labios.

 

Y madre mía, que todavía hay más!! Mujeres del mundo que creéis que amar a los unicornios y defender mis derechos es incompatible: que sepáis que no lo es! Es un debate que me angustia: hombres que siguen pensando que ser feminista significa tener el pelo corto y no depilarse, feministas de la vieja escuela que aún les cuesta aceptar que una chica con un vestido rosa pueda levantar su puño. Bufff. ¿Aún seguimos con esas?

¿En serio vamos a tener que empezar a defendernos porque nos guste maquillarnos y mirar vídeos de gatos? La verdad, no siento ahí el yugo del patriarcado, lo hago porque me da la gana. Y me encanta tener la opción de hacerlo o no hacerlo. Me gusta a animar a chicas a que se maquillen como putones si les da la gana o a que vayan a cara lavada si no les gusta empotingarse. Me gusta animar a las chicas a que se sientan guapas tal y cómo son, me gusta ayudarles a arreglarse más si les apetece. Menospreciarnos entre nosotras porque seamos más o menos presumidas o cursis es hacernos un flaco favor como mujeres.

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Sabemos perfectamente dónde están los límites, sabemos distinguir cuando la sociedad nos presiona demasiado y sabemos que tenemos que luchar contra los estereotipos que nos ahogan y nos exigen. De hecho, lo hacemos. Precisamente, el expresarnos mediante nuestras ropas, maquillajes y aficiones son la mejor manera de reafirmarnos en nuestra personalidad.

Así que va para todos, dar por supuesto que porqué nos gusten unas cosas no nos podemos centrar en otras es caer en el peor de los prejuicios.

Dicho esto, me voy a poner mi pijama rosa, mientras me como un trozo de tarta, abrazo a mi perra y me termino de leer el vigésimo libro -publicado antes de que yo naciese- de este año. «Ah, pero qué lees? No pensaba que leías, pensaba que a ti te gustaba el rollo de la moda y eso» . Empecemos otra vez….

Las fotos son de la tienda Etsy Modern Girl Blitz, Kathleen Hanna, líder de Bikini Kill y de Kendrawcandraw