Hubo un tiempo en el que no estaba a gusto en mi piel. Siendo sinceros, fue un tiempo demasiado largo en comparación a la edad que visto. Dicho tiempo acabó cuando comprendí que no era a mí a quién no gustaba, sino a otras personas.

No es ninguna mentira afirmar que no me gustaba ir por la calle comiendo, ni pasar por las mejores terrazas de mi pueblo un viernes tarde. Más de una vez, me he sentido incómoda pensando que esas dos amigas que estaban hablando de sus ligues, se estaban riendo de mí.

Hay gente que piensa que cuando me como una ensalada lo hago solo por perder kilos, o no ganar calorías, y es tan simple como el no tener tiempo, o querer comérmela sin más. Empecé a ir al gimnasio por ocupar mi tiempo, aunque más de una persona piense que lo que tengo, son ganas aceleradas de perder quilos, lo que quiero, es poder dormir de noche porque estoy cansada.

No me gustan las sillas de plástico, y hay más de una cafetería a la que no me gusta ir porque no me siento -en todos los sentidos de la palabra- cómoda en las sillas. Y me siento muy incómoda pisando un suelo que cruje ya de por si con poco peso.

No me gustaba recogerme el pelo, ni ir en tirantes y lo que para ti puede ser oversize, para mi es justito. Por no hablar de llevar alguna camiseta por dentro de unos pantalones de tiro alto. Y ¡ah! me niego a pagar más por utilizar más tela.

Pero hace poco me empecé a sentir la más diva. Entendí que la vida es cuestión de piel, y que la propia es siempre muy bonita. Influye quizás la edad, la gente que me rodea, dedicarme el tiempo que me dedico, haber descubierto el body positive y querer vivir.

Ahora me encantan mis coletas, salgo a la calle con moños, me encanta el escote que me hace una camiseta de tirantes, me flipa llevar la camiseta por dentro y salgo a la calle muy segura.

Quizás no tenga el papel protagonista en una obra de teatro ahora, pero puedo ser modelo de tallas grandes, o plus size, que en inglés queda más fino. Pero sé que soy la mejor protagonista de mi vida.

Tengo claro que mi cuerpo no me limita.

Mi cuerpo me gusta, es mío y es a mi a quien tiene que hacer feliz. No te confundas, no busco tu aprobación.

Sé que puedo tener todo lo que quiera siempre y cuando lo merezca y merezca lo que quiero.

Soy feliz, y no es que ya me toque. Es que no para de tocarme.

Para el gusto de muchos, me sobran quilos

para el mío, me faltan pecas.

Pero me quiero,

Y cuando me quiero,

soy feliz.

Y cuando soy feliz,

me río.

Porque cuando me río

me siento viva

me quiero.

Mucho.

Soy capaz de asumir que lo malo me pasa por que lo merezco, con el fin de poder disfrutar de lo bonito por la misma razón.

Y mi cuerpo,

no es lo malo.

Tu actitud sí.

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Amal Gourimi.