Todos somos conscientes del riesgo que tiene quedar para tomarse unas cervezas: que a veces se convierten en cubatas sin darnos cuenta, es como el milagro de Jesucristo con el agua y el vino…nadie sabe cómo pasó.
Pues en esas estábamos unas amigas y yo el otro día cuando un tío monísimo de traje en pleno apogeo de su “after-work” vino a ligarse a una de ellas. Todo muy típico: charla fluída, se invitaron a una copa y ahí dejamos a mi amiga, con el monísimo del traje. Por su puesto lo primero que hago al día siguiente cuando me levanto es llamarla (cosas de chicas, ya sabéis). Y al más puro estilo femenino le pregunto: -Bueno, cuéntameeeeeeee. Y me dice:-Pues no te cuento mucho, Patri. Cuatro besos y lo mandé para casa. Y yo:-¿Cómoooooo? Sí, se dieron cuatro besos en el coche. Por supuesto el tío hizo la atractiva sugerencia de echar un polvo en el coche y mi amiga con un par le dijo:-Mira, pues la verdad es que no me apetece nada. Encantada de conocerte y que te vaya bonito.
Explicación: “Que no, Patri, que el tío era guapete y demás, pero que no me apetece a mí ahora ponerme con el culo al aire en un coche a las 4 de la mañana a echar un polvo por echarlo para contarlo al día siguiente y porque se supone que es lo que hace una cuando se lía con un tío una noche. Quizás otro día con otro tío lo haga, pero ayer no me salió”. Mi respuesta: “Olé tú!”
¿Estamos seguros de que las cosas que hacemos las hacemos porque realmente queremos o porque es lo que nos han dicho que tenemos que querer? Porque yo ya lo pongo todo en duda.
No sé a vosotros, pero directa o indirectamente desde que nacemos ya sabemos de qué va la vida: Estudia, carrera, curro, coche, novio, casa, boda e hijos y si no lo has conseguido eres “un poco fracasado”. Vamos, que o consigues el pack completo o parece que juegas en segunda división. ¡Pues me tenéis hasta el coño!
Reconozco que he hecho en la vida casi todo lo que tocaba en el momento que tocaba y si no lo conseguía encima iba yo y me fustigaba a base de bien, porque a ver cómo no iba a hacer yo, o a tener yo lo que correspondía. Y ¿lo que realmente yo quiero? Eso, amigos, ni nos lo planteamos, ni tenemos tiempo para pensarlo porque estamos demasiado preocupados por conseguir todo ese pack completito que nos han dicho que hay que tener para poder jugar en primera división.
Y yo estoy cansada de preocuparme por la boda, el curro, los niños, etc. He decidido y no sin mucho agotamiento emocional y mental previo, que lo que quiero es OCUPARME y no preocuparme. Quiero ocuparme de mí, de mi cuerpo, de mi mente, de mi alma, de ser feliz, de cuidarme, de amarme, de disfrutar de lo que me da la vida, de mi gente, de lo que yo pienso y no de lo que me digan, de mi forma de mirar y no de cómo me miran los demás. He decidido ocuparme de mí, de mi bienestar, de mi presente que es el verdadero regalo y no del futuro que no está aquí y de los planes que me dijeron que tenía que hacer y no son míos…no los hice yo, lo siento, se los devuelvo a quien proceda.
Quiero ocuparme del día de hoy y declararme libre de la preocupación del mañana. Quiero ocuparme de mirarme a mí, de preguntarme a mí y a nadie más mi opinión sobre las cosas y no preocuparme de comparar mi vida con las de los demás, que ni mejores ni peores…cada uno con la suya. Y…¡Menudo peso me estoy quitando de encima!
Hacer lo que toca se nos ha convertido en una esclavitud, una voz de mando que hace tanto ruido que no nos deja escuchar nuestra propia voz y mira que nos habla bien de cerca. Una esclavitud de creencias ajenas que nos ha llevado a vivir sin pensar, sin sentir y casi sin emocionarnos porque no tenemos tiempo y porque ya casi funcionamos como autómatas. Porque ahora toca estudiar, toca sacarse la carrera, toca buscar el curro de tu vida, encontrar al hombre de tu vida, preparar la boda y procrear… y en medio de todos esos planes ¿Dónde estás tú? ¿El TÚ de verdad?
He decidido que ahora me toca a mí… y toca lo que la vida me traiga, lo que yo le pida, lo que yo elija, lo que yo crea y lo que yo cree. He decidido que si estoy en segunda división con lo que realmente yo quiero, merece más la pena que jugar en primera sin preguntarme siquiera si soy feliz y si he conseguido todo lo que yo deseo de verdad sin ruidos y sin mandatos externos y sin planes programados por cualquiera que no sea yo.
“-No será fácil, va a ser muy duro. Tendremos que esforzarnos todos los días y quiero hacerlo porque te deseo. Quiero tenerte para siempre. TÚ y YO todos los días ¿Harías algo por mí? Por favor, mira tu vida dentro de 30 ó 40 años ¿Cómo la ves? Si es junto a ese hombre, vete. Te largaste una vez y lo soportaré otra si creyera que es lo que quieres, pero JAMÁS tomes la vía fácil.
-¿A qué vía te refieres? No hay ninguna vía fácil, haga lo que haga alguien acabará sufriendo.
-¿Podrías dejar de pensar en lo que quieren los demás? Incluso olvida lo que yo quiero y lo que él quiere o lo que tus padres quieren ¿TÚ QUÉ QUIERES?”
(El Diario de Noa)
