Descubrí este blog porque buscaba consejos sobre ropa bonita en tallas grandes. Lo que me hizo fijarme en este y no en otro, es que no sólo tenía consejos sobre moda curvy sino también entradas sobre cómo llevarlas con dignidad. De cómo pasearte con ellas por la calle sin pensar “ojalá no me vean, ojalá no se fijen en mí”. Convivir con los prejuicios de los demás a veces es una losa muy pesada. Tanto si eres gorda, delgada o carlista, todos tenemos características imperfectas.

Cuantas más entradas leo, descubro muchas alusiones de chicas enfadadas y desanimadas ante comentarios que sí considero que pueden influir: el comentario de vuestros médicos. Ya sean médicos de familia, endocrinos, cirujanos, dermatólogos y hasta anatomopatólogos si queréis. Y me duele muchísimo, porque creo que algo estamos haciendo mal por parte de la profesión médica.

Os cuento mi historia:

Hace 4 años, recién terminado el examen MIR, elegí hacer medicina de familia en una ciudad cercana a donde viven mis padres. Quería una especialidad que tuviera todas las especialidades que a mi me gustan y que además fuera social: que me permitiera en primera línea ayudar a los demás y hacer lo que mejor se me da, hablar.

Me asignaron un tutor en un centro de salud como al resto y empecé mis guardias en urgencias . Hasta ahí todo correcto. Pero poco a poco comenzó mi infierno en la consulta del centro de salud.

Al principio mi tutor se cuidó muy mucho de decirme algo sobre mi peso. Yo la verdad en 24 años y después de muchas prácticas en hospitales, nunca había creído relevante mi peso. Es más, la residente que terminaba ese año estaba mucho más gorda que yo y se llevaba muy bien con él. Sin más, un dato no relevante. Empezó por preguntar si había sido gorda toda mi vida (ya ves tú que importancia tiene eso para auscultar a un paciente) y yo, discretamente  para que me dejara en paz, dije sí sí, (mentira, he tenido épocas de todo, delgada, gorda y menuda gorda) y siguió con el tema de las analíticas (las tenía bien, claro, normal con esa edad el peso no pasa factura) y terminó diciendo: “que más da, si total todas las obesas termináis con las rodillas machacadas”

Hay palabras que se te quedan clavadas toda la vida. Se clavan en un lugar profundo, no sé si en el cerebro o el corazón. Trastocan todo tipo de pensamiento posterior. Sangran, supuran y se encarnizan. Influyen en tu vida de forma muy sutil, despacito. Esas ideas parasitarias condenan tus actos sin darte cuenta. Evité durante meses llegar temprano a la consulta porque así no estaba a solas con él y no me insultaba tanto.

A partir de ahí los comentarios fueron a más: “me he comprado un coche nuevo, pero tiene unos asientos tan pequeños que tú, con tu culo no cabrías dentro de él” o el clásico “ahora va a entrar (a la consulta) una obesa como tú” (sí, era una gorda como yo, pero déjala vivir!!!) “las obesas crónicas como tú nunca os curáis” (para que acuden los pacientes a ti, para que los insultes????) y por último, por lo que solicité cambio a mi jefa de estudios fue “deberías de dejar la residencia, tu obesidad te limita pasar consulta y ejercer de médico de familia” (pero si  paso consulta en un centro de salud, no soy un SWAT!!!!).

Los de arriba me pusieron las cosas muy difíciles para cambiar. Me acusaron de que todo era mi culpa, mi tutor trajo a una reunión a la jefa de residentes del centro para acusarme de que llegaba tarde (nadie me preguntó por qué), me dijeron que mejor sería que me fuera, que no era tan fácil cambiar. Al final, tuve mucha suerte y encontré un tutor que se hizo cargo de mí y me hizo volver a enamorarme de la profesión. Gracias, Alberto.

Nunca, nunca, nunca, actuéis como hice yo. Si sufrís acoso laboral por este tema, no os calléis. Aunque los trabajos no sobren, no merece la pena sacrificar vuestra salud por ello. Las secuelas quedan durante tiempo. Yo no se lo conté a mis padres, ni a mis amigas ni a mi novio. Yo no lo denuncié ni al gerente ni en ningún juzgado.  Consideraba que yo tenía la culpa de ser mal médico por ser una obesa crónica, una gorda asquerosa que no podía desempeñar su trabajo porque la grasa se le metía entre el cerebro y no le dejaba pensar. Que él tenía razón.

Por eso me da mucha rabia leer vuestros comentarios sobre las explicaciones de todo tipo de médicos. Porque al igual que en otro tipo de profesión hay gente más o menos amargada, cruel y fracasada.

De la misma forma, hay gente que le gusta su trabajo, que quiere ayudar a los demás y que saben manejar los recursos del lenguaje para conseguir de los pacientes el resultado óptimo. No os desaniméis si pedís ayuda a un médico y os saca a cajas destempladas. !!!!!BUSCAD A OTRO!!!!! Hay muchos dispuesto ayudaros. Los otros, son los menos. Pero son de ellos de quien interiorizamos comentarios que nada tienen que ver con la ciencia y con la ayuda, la base de esta profesión.

Nadie os puede decir hasta dónde puedes llegar o quién eres. Nunca os dejéis anular en el trabajo por un tema como el peso. Y sobre todo, seguid pidiendo ayuda a otros médicos si no encontráis el vuestro a la primera. (O a la segunda, la tercera o la cuarta)

Yo estaría dispuesta a ayudaros siempre, y ya cuento como una ¿no?

No estáis solas.

Autor: DRA. COYOTE