En ocasiones siento que mi vida ha sido una carrera de desgaste. De irme cansando. De ir saltando obstáculos infinitos, uno tras otro, uno tras otro… Pero al final, lo que más me desgastaba era el ir superando mis barreras y, a la vez, fingir que no había nada que superar.
Porque sentía que debía luchar contra una imagen predeterminada que tenían de mí. No querían que me vieran con lástima, me negaba a que me vieran en desventaja por la silla de ruedas. Porque para mi nunca ha sido una desventaja… Todos llevamos una maleta que en ocasiones nos pesa y en ocasiones no, la cuestión es que mi maleta es muy evidente. Pero que sea fácilmente reconocible no significa que pese más que otras. Así que no, me negaba a que me vieran en desventaja, diferente o con lástima. Jamás.
Pero esforzarme por disimular algo que, en realidad, ya era evidente que cargaba con ello… Si que suponía una nueva carga. Así que, de un tiempo para ahora, si necesito hacer gestos raros para ponerme la chaqueta… lo hago. Si estoy más cómoda retorcida en mi silla porque se me cansa el cuerpo de aguantarme… Pues me retuerzo. ¿Qué más da cómo me vieran los otros? Si me veían con pena el problema, evidentemente, lo tenían ellos.
Aprovecharé toda esa fuerza que antes usaba en aparentar lo que no era para construir cosas grandes, para construirme a mí. Al fin y al cabo, soy mi mayor proyecto. Y cuando vean que logro hacer todo lo que quiero… Entonces la gente tal vez se plantee que mi maleta no pesaba tanto. Entonces tal vez todos vean que las maletas pueden ser mucho más ligeras si nos centramos en lo importante. Tal vez la gente hasta comprenda que, en ocasiones, podemos soltar las maletas.
