Hay una expresión en esta sociedad nuestra que me llena de oprobio y espanto: «estar necesitada».

Según la R.A.E:

Necesidad.

(Del lat. necessĭtas, -ātis).

1. f. Impulso irresistible que hace que las causas obren infaliblemente en cierto sentido.

2. f. Aquello a lo cual es imposible sustraerse, faltar o resistir.

3. f. Carencia de las cosas que son menester para la conservación de la vida.

4. f. Falta continuada de alimento que hace desfallecer.

5. f. Especial riesgo o peligro que se padece, y en que se necesita pronto auxilio.

6. f. Evacuación corporal de orina o excrementos. U. m. en pl.

Usa vez observado su significado me pregunto, estar necesitada de qué? De comer? De respirar? De defecar? De qué exactamente…
Todos y todas sabemos cómo y cuándo usamos esa expresión: la formulamos para referirnos a la pena que nos da cierta persona, que por algún motivo X, pensamos que no puede acceder a ciertas bondades que a nosotros los «normales» se nos regala en abundancia. 
Pero establezcamos un orden básico entre necesidades de primera y de segunda clase:
Las de primera son evidentes: comer, beber, respirar, dormir, etc. Pertenecen al grupo de «si no las cumples, te mueres». Apremiante e incuestionable la urgencia por sobrevivir.
Las de segunda son ya más subjetivas y van relacionadas con nuestro yo interno: amor, atención, respeto, cariño, sexo, diversión,…
Las segundas son donde la expresión «muy necesitada» se alimenta, retoza y se hace grande a ojos de los demás. Podemos estar necesitadas de un buen polvo para que se nos quite la amargura, puede ser que estemos necesitadas de amor y nos vayamos con cualquier botarate imberbe que nos dará lo que merecemos por estar «necesitadas»,….
Yo soy la única que puedo decir que necesito esto o aquello, pero NADIE debe usar ese término para mencionarle a otra persona unas carencias que desconoce de primera mano. Eso se llama juzgar y está muy feo. ES OFENSIVO.
Todos tenemos derecho a opinar, pero seamos claros, hay opiniones que nos las podemos meter por donde amargan los pepinos. Más que nada por eso de la controvertida línea de hasta dónde es libertad y hasta donde libertinaje. Gran debate que atañe a muchos aspectos de nuestra realidad diaria.
Y hay un dato digno de mención: esa expresión se asocia mayoritariamente con el sexo femenino. Somos nosotras las «necesitadas» de algo y suscitamos una pena cáustica es nuestros congéneres que les deriva a opinar gratuitamente sobre lo que necesitamos o no.
– ….Lidia??…la vi el otro día con Sergio, ya sabes, el gordito ese que se pasa el día zampando…pues hay que estar  necesitada para irse con ese.
 
– Te enteraste de lo de Patricia?? Su novio le puso los cuernos y ella va y le perdona. Hay que estar necesitada para no despacharle.
 
– Clara es tan fea, gorda, (inserte su descalificativo favorito aquí) que tiene que estar muy necesitada, seguro que la invitas a un café y te la cepillas, fijo.
 
– Te diste cuenta de cómo Paula se acercó toda ansiosa para que la llamáramos si íbamos a hacer algún plan?? Está bastante necesitada de amigos, no?
Casos reales, situaciones plausibles, todas de nombres fácilmente intercambiables y que nos pellizcan la patata con un dolor amargo, básicamente porque todos hemos estado en uno u otro bando.
Reflexionemos para dejar de humillar, despreciar y juzgar a las personas que nos rodean, porque lo peor es que lo hacemos inconscientemente y denota que esta actitud ha calado en nuestro ser sin habernos dado cuenta.
Hagamos un ejercicio para observar el calado de esta expresión: googleemos «estar necesitada» y veremos cómo se asocia casi exclusivamente a la mujer y para mayor sorpresa, por mujeres, las cuales nos enseñan a no parecer necesitadas. Es de traca. Todos tendremos carencias conocidas o desconocidas, puede que anhelemos ciertas cosas en nuestra vida que tal vez no tengamos, pero esa expresión sigue cargada de asco y desprecio lo mires por donde lo mires.
Creo que lo que tenemos todos es una «necesidad» tremenda de sentido común para luchar contra esta educada forma de despreciar a los que nos rodean.