Mi primer encuentro con weloversize.com fue hace unos días, siguiendo un tuit. El artículo prometía revelar ocultos secretos de cómo comer un chichi y mí, que no soy nuevo en el tema pero nunca me cierro a consejos y sugerencias, me picó la curiosidad y entré a leer el texto. Siempre es bueno aprender cosas nuevas y en esta materia un pequeño dato desconocido puede hacer la diferencia entre una noche en el paraíso o un fracaso desastroso. No voy a hablar del artículo porque está muy bien escrito y habla por sí solo, pero hice mención al tema porque cuando fui a la sección comentarios, me encontré con un par de referencias tipo “¡a ver cuando publicáis un artículo sobre cómo comer pollas, que algunas sois patéticas!”.  Más allá del ataque grotesco e insultante, lo que más me sorprendió fue leer a un hombre, en Weloversize.com y en un artículo sobre la comedura de coño, exigiendo que alguien explique cómo chupar una polla en condiciones. A ver, que hay una relación entre ambas cosas porque se trata de sexo oral, pero aún dentro de contexto el asunto es tan ridículo como encontrar a alguien en una columna sobre consoladores demandando más artículos sobre automovilismo simplemente porque ambas cosas tienen goma. Pero todavía hubiera resultado entretenido y hubiese dado para un juego de opiniones interesantes si el firmante del comentario hubiera utilizado un mínimo de educación, clase y humor. Obviamente la idea no era fomentar el debate sino dejar salir al imbécil de adentro en todo su esplendor.

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Cuando se trata de lidiar con imbéciles uno se tropieza con una variedad de nacionalidades, razas, géneros y colores de piel que ya la hubiese querido Noe para su arca. Pero cuando se tocan temas sexuales me he encontrado con que los más energúmenos son los hombres, imagino que porque las mujeres cerradas de mente que piensan que el lugar de las féminas es de rodillas y aceptando el trozo de carne que se les presenta en frente de su cara con agradecimiento y alegría no se animan a emitir comentario, porque ellas solo abren la boca para chupar. Y para decir “sí, mi vida”. Como sea, me molestan mucho esos especímenes que nos dejan como el culo a todo el resto de los hombres y contribuyen a que se nos etiquete a los varones en general como trogloditas, por no decir cabrones descerebrados e insensibles. Hoy leí otro artículo del sitio, “Pon un empotrador en tu vida”, y otra vez me encontré con un imbécil, tratando de parecer gracioso y quedando como un total gilipollas. Pero esta vez me detuve un instante a tratar de encontrar los por qué. ¿Por qué el ataque sin sentido? ¿Qué es lo que jode a ciertos hombres cuando leen/ven/escuchan a mujeres hablando de sus fantasías sexuales?

Después de ver cómo se eligen las palabras para buscar humillar lo más posible me  di cuenta de una verdad bastante triste: el hombre que reacciona así lo hace por miedo, por envidia y por frustración. Se frustra porque sabe que no tiene la capacidad de comerse un chichi atento a las reacciones de su chica ni la imaginación ni el valor de explorarlo para aprender qué es lo que le gusta. Tiene envidia de un Christian Grey que es activo y dominador, generando suspiros y mordeduras de labios inferiores a granel, mientras que a él lo mejor que le sale es ser agresivo y bruto, generando sólo desprecio y rechazo. Y tiene miedo de que un día las mujeres del mundo manden a tomar por culo a los hombres que creen que el placer es algo que los hombres reciben y las mujeres dan, y pasen todas totalmente de él.

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No es fácil ser un imbécil. Ni serlo ni vivir con ello. Conviven interpretando un papel que la mayoría no quiere realmente representar, pero no les da ni la educación, ni la cultura, ni los cojones (sobre todo), para cambiar la dinámica que llevan. El imbécil sufre siéndolo, aunque no lo quiera reconocer, y eso da motivos para tener esperanza, porque llegará el momento en que se cansará de sufrir y hará algo al respecto. Algún día estos individuos entenderán finalmente que la mujer y el hombre tienen todo el derecho de vivir su sexualidad sin censuras, sin condenas y sin condiciones, e intentarán ser parte del juego en vez de espectadores frustrados e impotentes.

Ese día será muy interesante ver quiénes son los valientes que se finalmente se animan a ello.

Autor: Dave Taylor.