Tengo una hermana mayor,  ella tiene un año más que yo, mi hermana y yo somos completamente diferentes, personalmente y físicamente, ella es rubia y delgada y yo soy morena, de pelo y de piel morena y siempre he sido grande, tanto de alto como de ancho.

De pequeñas estábamos muy unidas, pero esto cambió durante la adolescencia, aproximadamente a los 13 años empezaron mis problemas de autoestima, me sentía fea, poca cosa, que no valía, y empecé a sentirme muy inferior a mi hermana, la veía a ella guapa, graciosa, delgada, ligaba bastante, le gustaba a los chicos, y conmigo no pasaba así, o por lo menos así lo creía yo.

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Y aunque la seguía queriendo igual, me daba rabia no poder ser como ella y por eso me distancié, no teníamos esa relación de hermanas inseparables, yo sentía que a nuestras amigas en común le caía mejor ella, que  yo a su lado no era nada, y discutíamos constantemente porque yo descargaba  toda  la rabia que sentía hacía mí en ella. La trataba mal, y poco después de discutir me daba cuenta de que había actuado mal, pero lo seguía haciendo, no me podía controlar.

A medida que he madurado me he dado cuenta de que ella no tenía la culpa de que yo me sintiera así, y que era injusto comportarme de esa manera, hemos retomado nuestra relación tan estrecha, y ahora que hablamos a todas horas me he dado cuenta de que ella también tiene inseguridades, que nadie es perfecto y todos tenemos nuestros complejos.

 

Y quizás esto no te pase con tu hermana, sino con una prima, con tu primo, con tu mejor amigo o amiga, o con quien sea, la moraleja es que no debemos dejar que nuestras inseguridades nos alejen de quienes queremos, y que nadie es inferior a nadie, cada uno tenemos algo que nos hace únicos y especiales, y tenemos unas virtudes y defectos que nos hacen ser maravillosos.

Carla Hernández