No me digas cómo vestirme, maquillarme, sentirme o vivir. No eres quién para decirme si debo o no debo usar maquillaje, si esa falda tan corta me hace parecer una puta, o si no me hace falta llevar tacones. No permitiré que me digas que me visto para impresionar a otros, y no quiero que me intentes convencer de que no use una gota de maquillaje porque con mi belleza natural es suficiente. No acepto que comentes la mala cara que tengo porque hoy es el día que he decidido salir de casa sin un poco de rímel o sin corrector de ojeras. No alabes lo guapa que estoy el día que me arreglo para luego intentarme convencer de que lo que más te gusta de mí es la belleza natural.

No me pidas que adelgace sólo porque mis michelines y mi celulitis te incomoden; tampoco me pidas que engorde sólo porque piensas que soy un ‘saco de huesos’. No me juzgues por los kilos que marca la báscula, por la talla de mi pantalón, por el largo de mi falda o por la fecha de nacimiento en mi dni. No silbes a mi paso cuando llevo un vestidazo porque no te he pedido tu opinión, pero tampoco intentes hacerme creer que en pijama y con el pelo recogido es como las mujeres estamos más espectaculares. Déjame que yo decida cómo me gusto más y me veo mejor.

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No juzgues mis gustos, mi forma de vestir, de hablar o de maquillarme. No soy más señorita por decir pene en vez de polla. No voy a cambiar por ti, no voy a adaptar mi forma de ser a lo que tú consideras correcto, o socialmente aceptado, o normal. No quiero que cada nueva temporada me digas qué corte de pelo se va a llevar porque yo lo llevaré como a mí me guste. Tampoco aceptaré que me digas que llevo demasiado tinte, o mechas, o moldeador, porque igual que los hombres se afeitan, se cuidan la barba y se depilan los pelos de la nariz, yo cuido mi pelo y lo luzco como a mí me gusta, no como te gusta a ti. No me intentes convencer de que mis arrugas, mis estrías, o mi celulitis o las manchas de la piel son algo de lo que tengo que avergonzarme, no me insistas en que, como mujer, tengo que estar siempre perfecta. No me juzgues tampoco si decido gastarme el dinero en probar toso tipo de tratamientos contra ellas, porque habrá sido mi decisión darle una oportunidad a verme, no mejor, sólo diferente.

No insinúes que soy poco femenina por llevar siempre pantalones y evitar faldas y vestidos. No me juzgues nunca por la ropa con la que me visto porque sólo es eso, ropa… No me juzgues tampoco cuando me maquillo porque, por muchas capas que haya sobre mi piel, por mucho maquillaje que lleve, la que está debajo sigo siendo yo. No quiero que cada temporada decidas lo que habrá en mi armario y me digas si se llevan los pitillos o los pantalones de campana, si tengo que ir con el estómago al aire porque vuelven los crop tops, si tengo que vestir como una hippie trasnochada porque se lleva el estilo boho, o si tengo que acostumbrarme al Marsala, el Rosa Cuarzo o el Azul Serenidad (#coloresdignidad, igual yo quiero vestir de color Mostaza!).

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Cuando salgo a la calle peinada, maquillada y arreglada no lo hago por nadie más que por mi misma. No lo hago para que tú lo admires o para que juzgues lo guapa que me he puesto hoy. Escúchame bien, yo no me pongo guapa, yo soy guapa. No dejaré que me impongas los gustos que otros han decidido para mí, no conseguirás convencerme de que el canon de belleza único es el que nos han intentado vender desde pequeñas.

No me digas lo que tengo que hacer, yo soy la única que decide sobre mi vida, no intentes cambiar eso.