Atención, señores de Mr. Wonderful: Basta ya de engañarnos. Basta ya de dibujitos de cupcakes de fresa con la frase de «todo va a estar bien».

NO.
NUNCA NADA VA A ESTAR BIEN.
Hay que arremangarse y aceptarlo de una vez.

Nada. Va. A estar. Bien. Porque hija, irás al concierto de tu banda favorita y se te pondrá delante un tío de dos metros noventa. Pensarás que irás monísima a esa cita pero llevarás el maquillaje corrido en plan Joker. Te acostarás pronto para dormir ocho horas sólo para tener un insomnio del carajo. Nunca nada está bien. Entrarás a la entrevista del trabajo ese que quieres con un retortijón de estómago a punto de convertirse en pedo que no sólo va a sonar, VA A OLER, y te querrás morir mientras tu mejor amiga está a trillones de kilómetros y husos horarios y tú sin 3G ni Wifi para poder contarle todo lo mal que están las cosas. Nunca nada va a estar bien. Y no serás feliz, y creerás que ya no queda nada vivo.

Tendrás un grano. Se te caerá el pelo. Lloverá. Te olvidarán. Te volverán a olvidar.

Te despertarás una mañana deseando que todo esté bien pero los recuerdos de Facebook te traerán de vuelta los aniversarios con tu ex y aquella época en la que eras mucho más [decidida / molona / aventurera / el adjetivo de tu elección]. Una noche cualquiera el chico que te mola te mirará intensamente la boca y tú creerás que es amor, pero no querida, hay algo más poderoso que el amor: UN PALUEGO, y eso será lo que te está mirando. Superarás mierda tras mierda esperando poder exclamar, aliviada, “pero qué estupendo todo!” sólo para descubrir que se te han caído las tetas, no tienes nada en el armario que ponerte y que te hace falta gente, gente que ya no tienes en tu vida por las razones que sean. Y no serás feliz, y te retorcerás por dentro con todas esas palabras que no pudiste decir.

Y tendrás un novio maravilloso pero se meterá el dedo en la nariz.
Y tendrás un novio maravilloso pero bailará para el orto.
Y tendrás un novio maravilloso pero olerá raro. No mal: raro.
Y tendrás un novio que no se hurgue nada y que huela la mar de bien y que baile contigo canciones lentas en medio del salón pero no será maravilloso. Porque nada nunca va a estar bien.

¿Porque qué es BIEN, al fin y al cabo? ¿Lo perfecto, lo favorable, lo conveniente? Pues no, hija. La vida casi nunca está a tu favor. Y es ahí, cuando por fin aceptas que nunca nada va a estar bien, en ese batiburrillo de cosas altamente imperfectas y terriblemente inconvenientes que, en una especie de truco del universo, de pronto todo encaja. Y te sientes brillante como un árbol de Navidad. Y flotas diez centímetros por encima del suelo. Y te sientes alta, tan alta. Y estás bien. O al menos lo intentas.

Estar bien sólo cuando las cosas «están bien», amichis (convenientes, oportunas, favorables), es de cobardes. Poned eso en una taza de Mr. Wonderful.

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