Leo que la presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género del CGPJ, Ángeles Carmona, ha dicho en una entrevista que «el piropo es una intromisión en la intimidad de la mujer y debería ser erradicado«. Y entonces pienso, pues sí, qué gusto poder pasear tranquilamente por la calle sin que a ningún iluminado se le ocurra gritarme alguna «gracia».

Porque el piropo, así, lanzado, a una desconocida por la calle, se mire por dónde se mire, es alguien expresando su opinión sobre el cuerpo de la mujer sin que ella haya pedido su opinión. ¿Por qué tengo que escuchar a un señor que «vaya culo hermoso» tengo cuando voy corriendo al trabajo? Pues no me apetece, la verdad. No es que no me guste que me digan cosas bonitas. Pero me gusta que me lo digan las personas que me importan o de las que quiero escuchar su opinión. 

Vamos, que no me apetece que cualquiera vaya diciéndome si estoy buena o no por la calle. Porque encima, se creen muy graciosos, pero lo normal no es que sean adjetivos «cariñosos» y «educados», si no que se escuchan auténticas barbaridades, murmullos babosos o incluso miradas lascivas con un  «mmmmmmm» . MMMMM???? TE ESTÁS RELAMIENDO? JODER, QUÉ ASCO!!!!!

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Ninguna chica debería sentirse incómoda o quedarse en shock porque a un tipejo se le cruce por su cerebro un piropo súper guay para ella. De verdad, ¿qué se piensan? ¿que salimos a la calle dispuestas a soportar un concurso de Miss Acera 2015? Pues no, yo no quiero la opinión espontánea de desconocidos sobre mi cuerpo. Gracias.  

Es bastante disgusting todo este asunto, entre otras cosas, porque resulta que si no te gusta que te piropeen por la calle eres una «amargada», «malfollá» , «feamásquefea», «feminazi y lesbiana» (¡?¿) . Estas cosicas tan simpáticas las he sacado de los comentarios de la noticia en los periódicos. Y ME HE ASUSTAO. Me ha dado miedo cómo la gente cree estar en su derecho de decirle a una tía por la calle lo que piensa de ella. «EH JAMELGA, VAYA CULAZO». ¿Te incomoda? Pues te jodes, por ranciaamargá. En serio, he leído a muchos tíos diciendo que es su derecho decirle a las chicas cosas por la calle. Que es su libertad de expresión. Que si no nos gusta que nos digan cosas, que no salgamos a la calle. ( Hay que tener huevazos para soltar estas barbaridades, pero os juro que lo he leído así tal cual).

Y cómo les contestes, verás. Que si eres una borde, que si malfollá. O se ríen en tu cara o te insultan. Y entonces, piensas, «mierda, ya les he dado lo que querían». Porque amigas, muchos de esos piropos, no son con amables intenciones de halagar tu figura. Muchas veces llevan las ganas del señor de turno de ponerte roja, de incomodarte, de reafirmar su postura de machito alfa. O porque son unos machistas directamente que les gusta tocar las narices. Y peor, algunos dan miedo a veces, aunque no te digan nada muy bestia, las miradas, el lugar dónde te lo digan…. MIEDO. Y eso, ya es mucho más serio.

Y lo que más rabia me da es que haya mujeres que sigan pensando que estos piropos nos reafirman, nos suben el ego, son halagos….. bufff. Espero que alguna de las que piensa eso, leyendo este artículo, reflexione sobre lo que suponen realmente los piropos de desconocidos: UN CHICO/SEÑOR DESCONOCIDO ANALIZANDO TU CUERPO Y VALORÁNDOLO CON TOTAL DESCARO. Y diciéndotelo de la primera manera que se le ocurre, porque sí, aunque a ti no te interese su opinión. TÚ A CALLAR, ÉL A OPINAR.

Fotos del vídeo 10 Hours of Walking in NYC as a Woman y del fantástico proyecto Stop Telling Women to Smile